Volcán La Palma
Cerca de 200 vecinos de la zona de Tajuya y Tacande han tenido que abandonar sus casas. Cientos de personas se encuentran a la espera de saber si podrán volver a sus viviendas.
Cerca de 200 vecinos de la zona de Tajuya y Tacande han tenido que abandonar sus casas después de que se intensificaran las erupciones del volcán de La Palma. La mayoría se han marchado a casas de familiares y otros han pasado la noche en el campo de fútbol.
Las personas evacuadas por la erupción del volcán de La Palma son ya unas 6.000 personas. Los últimos desalojos se produjeron el viernes en Tajuya, Tacande de Arriba y Tacande de Abajo después de que la erupción entrase en una fase más explosiva.
Se trata de zonas muy cercanas al volcán. Por ello, hay riesgo de que el material que expulsa les alcance. Debido a la cercanía, la carretera está llena de ceniza, al igual que gran parte de las casas.
Hay mucha preocupación entre los vecinos. La mayoría han dejado sus cosas dentro de sus casas. También se encuentran sus animales. Por ello, les han dejado pasar a algunos de ellos durante unos minutos.
Por el momento se está pendiente si este sábado podrán volver a sus casas o si tendrán que esperar más tiempo. Las casas no son seguras hasta que no se confirme lo contrario.
160 vecinos evacuados
La onda expansiva y el peso de la ceniza puede provocar el derrumbamiento de las casas. Esta es una de las razones. Unos 160 vecinos salían corriendo el viernes.
De ellas, unas 12 personas han pasado la noche en el campo de fútbol de El Paso.
Enrique es una de las personas que han pasado la noche fuera de casa debido a la erupción del volcán; en casa de unos amigos. En pocos minutos tuvo que abandonar su vivienda.
En la mañana del sábado ha vuelto a ir, le preocupaban sus animales para "sacarles la leche, echarles la comida". Lo mismo ha hecho Javier, quien vive muy cerca.
La ceniza no ha dejado de caer. La mayoría de los nuevos desalojados se han quedado con familiares o en segundas viviendas.
"Hasta que esto no acabe yo no vuelvo a mi casa porque no se puede vivir allí porque es un infierno, porque no para de temblar, de moverse", explica Laura, una farmacéutica.