Opinión
Esther Vaquero reconoce que no le "convence mucho" la ley de paridad porque "entonces nos perseguirá la sospecha de si estamos ahí porque lo merecemos o por la cuota".
Cada año celebramos el Día de la Mujer y cada año estoy deseando que dejemos de celebrarlo. Que deje de ser necesario reivindicar una igualdad más que justa -ahí siguen los famosos techos de cristal- y que dejemos de soportar abusos. Más del 90% de las víctimas de esclavitud sexual siguen siendo mujeres.
Esta semana se ha aprobado la ley de paridad, que fija que al menos un 40% de los cargos directivos de una empresa sean mujeres. Que en principio es justo: si las mujeres somos mayoría en las universidades, también tendría que haber más mujeres en las cúpulas empresariales, por estadística. Pero no me convence mucho hacerlo obligatorio por decreto, porque entonces nos perseguirá la sospecha de si estamos ahí porque lo merecemos o por la cuota.
Yo no quiero privilegios por ser mujer, pero tampoco quiero que se me discrimine. Lo justo es que, a igualdad de oportunidades, sean los méritos los que decidan qué persona ocupa cada puesto. Si tiene que haber un 20% de mujeres, que lo haya. Y si tiene que haber un 80%, también. Nos falta meritocracia y nos sobran machismo y prejuicios.