Tortilla de Betanzos
Su clave está en tratar con cariño tanto a la tortilla como al cliente. Asegura que sigue la receta clásica de la tortilla de Betanzos, con "el huevo líquido".
Esther Corral lleva 40 años en la hostelería y gran parte de ellos regentando el Bar Galicia, en Betanzos, la capital de la tortilla poco hecha. "La tortilla de Betanzos, la original, tiene que tener el huevo líquido, si no lo tiene, no es de aquí", dice rotundamente Esther, que lleva años ganando el premio a la mejor tortilla de Betanzos.
Su receta es la clásica: corta las patatas y las lava bien para quitarle el almidón, les pone sal, las fríe y luego les echa el huevo ya en la sartén. Para que esté jugosa solo le da dos vueltas a la tortilla y ya emplata. El resultado es, según los comensales presentes, espléndido. Uno de ellos, original de Sada, viendo la rapidez de Esther, incluso se atreve a buscarle el origen a este tipo de tortilla: "Yo creo que la tortilla de Betanzos tuvo que nacer porque un bar tenía mucha clientela y, para acabar pronto y no tenerla esperando, cocinaba rápido y salían tortillas así de poco hechas".
Pero la clave de Esther está, como ella comenta, "en tratarla con cariño, hacerla con cariño y ponerle fe". Y es que, si no las hace con gusto, a ver cómo se enfrenta a las decenas de tortillas que hace al día. "Hago, cada día, por encima de las 50", pero es imposible llevar la cuenta, explica.
Y toda esta cantidad de tortillas sale de dos hornillos de una cocina de gas que tiene detrás de la barra, donde todo el mundo puede ver la maña que le pone esta pontesa asentada en Betanzos. La cocina es sorprendentemente pequeña para la cantidad de tortillas que salen y la trazabilidad está asegurada porque, de hecho, tiene los huevos en una cesta en la propia barra.
"Cerraré el bar cuando los clientes ya no me quieran"
Esther tiene 69 años y, si le preguntas cuándo cerrará su negocio, tiene clara la respuesta: "Cerraré el bar cuando los clientes ya no me quieran". Y es que, pese a que solo cuenta con pocas mesas dentro y dos fuera, en el Bar Galicia las colas son el pan de cada día, además de los pedidos a domicilio.
"Viene mucha gente de fuera a probar la tortilla, pero también tengo mis clientes fieles y otros de fuera que repiten porque les gusta", comenta Esther, "porque yo también soy fiel a ellos". Es tan fiel y cuida tanto al comensal, que incluso un cliente entra a pedir una tortilla y un café y, como en el Bar Galicia no tienen cafetera, la mujer sale a comprárselo a una cafetería.
La vida de Esther no ha sido fácil y llegar al Bar Galicia le ha supuesto dar muchas vueltas. Ahora que ha encontrado su sitio, va a ser difícil que la pontesa deje sus hornillos. Hay tortilla de Esther para rato.
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