Secuelas cerebales
Secuelas cerebales
La emergencia sanitaria derivada de la pandemia del coronavirus satura los hospitales desde hace un año. Tanto, que un diagnóstico erróneo de la enfermedad puede provocar graves secuelas. Fue lo que le ocurrió al pequeño Hugo Dato, según ha adelantado el diario 'La Opinión de Murcia'.
El niño, de poco más de un año, fue diagnosticado con coronavirus en marzo de 2020, cuando solo tenía cuatro meses de edad.
El bebé no tenía coronavirus
Sin embargo, la enfermedad que padecía era el síndrome de Kawasaki, y no la COVID-19, tal y como determinaron los médicos en un primer momento. Y es que, los síntomas de Hugo se parecían al coronavirus: fiebre, conjuntivitis y eritemas. De modo que fue recetado Alpiretal y suero. El niño terminó curándose a los 20 días gracias a un tratamiento a base de antibióticos que prescrito por un médico privado.
Pero nueve meses después, el corazón de Hugo dejó de latir, tal y como ha explicado su madre a 'La Opinión de Murcia'. Al ser trasladado al hospital, los médicos descubrieron que el pequeo tenía aneurismas en el corazón y que lo que realmente había padecido era el síndrome de Kawasaki, y no el coronavirus.
Secuelas cerebrales que le impiden hacer vida normal
Así, el fallo en el diagnóstico y la falta de tratamiento durante meses han provocado terribles secuelas en el pequeño, que no puede mover la cabeza, los brazos y las piernas, ni tampoco relacionarse con las personas de una forma normal. Además, necesita una sonda nasogástrica para vivir, según relatan los padres en Instagram.
La familia ha creado una campaña de venta de pulseras para ayudar financiar el tratamiento de Hugo a través de la cuenta @Hugo_cree_en_ti en Instagram. "Para que lo podamos llevar donde haga falta para que pueda ser el mismo niño", relata la madre en un vídeo en la red social.
Según explican, la estancia de Hugo Dato en el hospital tiene un coste de al menos 1.600 euros al mes.