DURANTE DOS CURSOS

Empieza el juicio contra un profesor de Leioa acusado de abusar de un alumno

El exalumno del colegio Gaztelueta del Opus Dei que denunció haber sufrido abusos sexuales en el centro ha relatado hoy que su preceptor le llevaba a su despacho donde ocurrieron los actos que le ocasionaron pesadillas, sentimientos de vergüenza y una crisis personal que le llevó a intentar suicidarse. La familia de la víctima puso los hechos en conocimiento del Papa Francisco.

Esta mañana ha comenzado en la Audiencia de Bizkaia el juicio a exprofesor del mencionado colegio ubicado en Leioa, en Bizkaia, que ha negado de manera rotunda que obligara al chico a masturbarse, ha dicho que "jamás" le introdujo objetos por el ano y ha tratado de disculpar sus burlas en la clase hacia el denunciante asegurando que es "un guasón".

El juicio ha comenzado con la declaración del docente, que fue durante los cursos 2008-2009 y 2009-2010 profesor de religión y preceptor de la víctima, quién ha declarado a continuación, y ambos han coincidido en describir un despacho donde el acusado citaba al chico con la puerta cerrada para hacer seguimiento de su desarrollo personal y escolar, y donde ocurrieron los abusos.

En ese colegio del Opus Dei, los preceptores mantienen reuniones individuales de orientación personal con los alumnos, ha contado el acusado quien ha justificado que dedicara más tiempo y que esos encuentros tuvieran más frecuencia con la víctima, cuando empezó a bajar en su rendimiento.

El anterior preceptor del chico que entonces era subdirector del centro y ahora lo dirige, Imanol Goyarrola, le había dicho que "era un buen chaval aunque no tenía unas notas espectaculares" y que le cuidara, razón por la que él se involucró más con ese alumno.

Su cuaderno de matemáticas era perfecto, sin embargo no pasaba del notable y por ello, el docente se empeñó en averiguar cuál era su dificultad. También le ofreció de manera individual en su despacho una clase sobre adolescencia y sexología, ha expuesto.

La víctima, que presentó la denuncia al llegar a la mayoría de edad y que ha testificado detrás de un biombo que ha solicitado como medida de protección visual respecto al acusado, ha contado que ya en primero de ESO le parecía que el trato que recibía no era como el que daba a sus compañeros y que al curso siguiente el tipo de abusos se fueron agravando.

Con un relato lento y sereno, que a veces se paralizaba, el joven ha reconocido tener dificultades para recordar detalles de fechas y episodios concretos de esos encuentros de hace 10 años, pero ha reiterado sentirse encerrado en aquel despacho oscuro, donde era preguntado por su preceptor sobre cuestiones íntimas como su tendencia sexual y donde a veces le obligaba a quitarse la ropa y le palpaba el cuerpo.

En una ocasión le sentó sobre sus rodillas y se asustó al notar la erección del adulto, en otra le obligó a masturbarse ante la imagen de una mujer en ropa interior, algo que el menor desconocía pero que pensaba que "estaba prohibido y era malo", y después lloró, ha confesado.

La víctima lloraba al salir pero se quedaba callado al volver a clase, mientras su preceptor le ridiculizaba ante el resto, según su testimonio.

Al término de segundo de ESO, los padres de la víctima le cambiaron de colegio y recibió amenazas y burlas de sus excompañeros, tanto él como su familia, por lo que optaron por trasladarse a vivir a otra comunidad autónoma.

El joven ha expresado que aquellos abusos le provocaron una situación "de bloqueo" y de vergüenza. Comenzó a tener pesadillas con su exprofesor, insomnio, alucinaciones, se le hizo imposible concentrarse e ir a clase, hasta el punto que un día cuando su madre le llevaba en coche, se tiró en marcha y estuvo deambulando hasta que horas más tarde le encontró su padre en una estación llorando.

Esa noche, se atrevió a contar a su madre lo que le estaba sufriendo pero le ha costado años de terapia hasta ser capaz de detallar esos abusos sexuales.

Por su parte, J.M.M., que ha respondido a las preguntas del fiscal y de su abogado pero no a las planteadas por la acusación particular, ha rechazado las acusaciones. "Jamás he hecho eso con Juan ni con ningún otro alumno", ha asegurado.

Ha indicado, visiblemente afectado, desconocer la razón de la denuncia "y de tanta inquina" hacia su persona.

La acusación particular pide una condena 10 años de prisión para el acusado y la fiscalía solicita una pena de tres años, mientras que la defensa del docente pretende su libre absolución, en un juicio que continuará mañana con el relato de la familia de la víctima como testigos.

En el año 2014, la familia de la víctima puso los hechos en conocimiento del papa Francisco, quién ordenó una investigación que se cerró por falta de pruebas.

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