Galicia
Antonio y Francisco, dos guardias civiles de A Coruña, se disponían a montar un operativo de tráfico cuando vieron a un hombre haciéndoles gestos para que pararan su vehículo.
Antonio y Francisco, dos guardias civiles de A Coruña, se disponían a montar un operativo de tráfico cuando vieron a un hombre haciéndoles gestos para que pararan su vehículo. Era Juan Carlos, desesperado porque su mujer estaba dando a luz dentro de su coche. Los dos agentes se convirtieron en improvisadas matronas para asistir aquel parto en una carretera de Cambre en el año 85.
Cuando recuerda aquel momento todavía se emociona. “Nosotros estamos acostumbrados a intervenciones más bien fatídicas, accidentes con heridos e incluso fallecidos, esa es de las que te quedan grabada para siempre”. Tanto es así que Antonio la recuerda como si fuera ayer. “Llegamos al coche y ya vimos la cabeza del bebé asomando, le dije a la mujer, empuje y ya salió rápidamente”.
Aquel bebé era Diego, que ahora, a sus 37 años, ha podido agradecer a Antonio y Francisco su hazaña. Este fin de semana, gracias a la intervención de un compañero de Antonio, se han conocido. “Yo hablé de esta historia muchas veces, una de ellas en mi despedida porque me jubilé en junio. Un compañero lo escuchó y se puso a buscarlo”. No le puede estar más agradecido. “La verdad es que fue muy emotivo para todos, es que siento que es como si fuera algo mío, como si fuera de mi familia”.
Y no es para menos. Nada más nacer Diego le dio un buen susto a sus padres y también a los agentes. “No lloraba, le empezamos a dar cachetes cada vez más fuerte y al final rompió a llorar por fin, ahí fue la alegría total”.
Una historia con un final feliz que les unirá para siempre y que, sin duda, nos muestra la cara más amable de la Guardia Civil.