'¿Lo hablamos?'
Los expertos Ramón Salaverría y Uxía Carral definen lo que realmente es un bulo y sus características y describen algunos de los problemas a los que se enfrenta la sociedad en relación con la desinformación.
'Fake news', desinformación o bulos son términos con los que todos estamos familiarizados, pero que con la trágica DANA de Valencia y toda la información falsa publicada en torno a ella, se han vuelto a poner sobre la mesa. En el debate digital de Antena 3 Noticias '¿Lo hablamos?' han conversado sobre el asunto el catedrático de Periodismo en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra Ramón Salaverría y la profesora en el Departamento de Comunicación de la Universidad Carlos III de Madrid y miembro del equipo de 'Learn To Check' Uxía Carral.
Para dinamizar el debate, los estudiantes de la Universidad Carlos III de Madrid han enviado vídeos en el que cuentan sus dudas y sus inquietudes, a las que los expertos dan respuesta.
Alejandro del Amo plantea la siguiente cuestión: "La clasificación de ciertas noticias como bulosestá de moda. Recurrimos a ella para referirnos a noticias falsas, pero también se ha convertido en un arma que políticos, periodistas y ciudadanos utilizamos para señalar aquellas noticias que nos afectan y que nos incomodan. Los agitadores, los creadores de contenidos, parece que se enorgullecen en ocasiones de ser etiquetados como propagadores de bulos, como si de algo positivo se tratase. No existe consenso en cuanto a la definición del término y, por tanto, creo que es necesario que nos planteemos cómo definimos hoy lo que es un bulo".
"Muchas personas se informan solo a través de redes sociales"
Olga Llorente, por su parte, añade un problema que amplifica el efecto de la desinformación: "Muchas personas se informan solo a través de redes sociales, que estos días se han llenado de vídeos de quienes han sufrido la DANA explicando cómo se sienten y lo que ven a su alrededor, y quien lo ve en su teléfono móvil va a creer antes a estas personas que a los medios tradicionales en los que ya no confía. El problema no es que estas personas mientan, sino que, a veces, lo que vemos parece ser de una manera, pero realmente es de otra. ¿Qué podemos hacer cuando entran en contradicción los testimonios de algunas de las víctimas con los datos ofrecidos por las autoridades?".
María Minaya, por último, muestra la gran duda que se ha erigido como una alargada sombra para los medios de comunicación: "¿Qué podemos hacer los periodistas para que tanto nuestra generación como las que vienen confíen más en nosotros los profesionales que en los 'influencers' con los que mantienen un vínculo?".
Ante la pregunta de qué es un bulo, Carral señala lo siguiente: "Un bulo por lo menos sabemos que no es verdad, es un término difícil de definir". En su opinión, hay dos características principales sobre los bulos. Por un lado, siempre hay un rastro de verdad sobre la cual después se exagera, se descontextualiza o se fabrica contenido alrededor de esa verdad. Por otro lado, la segunda característica es que hay una mala intención o una intención dañina de desprestigiar, de engañar, de sacar un rédito económico, etc.
"Hay muchos actores de la vida pública que contribuyen a la diseminación de la desinformación"
Salaverría apunta a que además existe una segunda interpretación en ese término tan popularizado de noticias falsas o de 'fake news': "Si nos referimos a la falsedad únicamente de las noticias, hay muchos actores de la vida pública que contribuyen a la diseminación de la desinformación que automáticamente se exoneran de cualquier responsabilidad". "Seamos conscientes de que ese término esconde una segunda dimensión por la que, particularmente desde los medios periodísticos, deberíamos de ser bastante críticos porque, por supuesto hay que mejorar los estándares profesionales y los estándares de rectificación, pero una cosa es eso y otra cosa es ceñir la desinformación a un problema de noticias, porque no es así", añade.
Carral añade, en este sentido, el principal problema a día de hoy también es que "las audiencias no disciernen entre lo que es entretenimiento y lo que es información de verdad, las noticias que se pueden dar, por ejemplo, en el telediario". "A día de hoy la diferencia no está clara", concluye.
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