Galicia
Los vecinos de Os Mallos llevaban días buscando al pájaro y esta tarde ha reaparecido en su "casa".
Es una historia de altos vuelos y con final feliz. La búsqueda de Peggy, una urraca juguetona que ha alegrado la vida, durante este último mes, a los vecinos del barrio coruñés de Os Mallos, ha sido digna de película.
Todo comenzó cuando Laura Carou, propietaria de la panadería Boas Migas, comenzó a intimar con el ave mientras se asomaba en la puerta de su establecimiento. "Ella venía buscando cariño y, poco a poco, empezó a hacerse con el barrio", comenta. Se posaba en los hombros de los niños, comía las migas de pan que le daban los clientes de sus propias manos y entonces, Laura decidió instalar una pequeña caseta para que el pájaro residiese allí cuando considerase.
Así lo hizo durante el último mes: se convirtió en la mascota de todos los vecinos. De todos salvo de una. "Hace poco más de una semana vino una mujer y dijo que estaba harta del pájaro y que se lo iba a llevar. Pensé que estaba de broma al principio", explica la panadera. Pero el peor de los augurios se cumplió.
Varios vecinos vieron cómo tres personas se llevaban a Peggy en una caja y la tapaban con una chaqueta. Desde entonces todo el barrio se movilizó: imprimieron carteles con su fotografía, denunciaron ante el Seprona y protagonizaron una procesión este mismo fin de semana para pedir "la liberación" del pájaro.
Esta misma mañana Laura lamentaba la muerte del ave. "No puede estar viva porque si lo estuviese, hubiese venido a la panadería a saludar. O está muerta o retenida". Pero el final feliz estaba a la vuelta de la esquina, de su propia calle.
Entrada la tarde, unas mujeres alertaron de que estaban viendo a Peggy en una de las vías del barrio. Varias personas se desplazaron hasta allí, entre ellas Laura. Al verla, la pega se le acercó y comenzó a juguetear con un palo que la panadera sujetaba con su mano. La estampa es digna de cuento y las lágrimas de Laura son de las de verdad.
Peggy ha vuelto a casa. "Gracias por vuestra ayuda porque con la presión que habéis hecho la han soltado", nos dice Laura. No sabemos si la urraca estaba retenida, si fue víctima de un secuestro o, simplemente, se desorientó. Lo que está claro es que ya está en su barrio y que juguetea con todo aquel que se pone a tiro para ello.