Día Internacional de la Discapacidad 2020
Hasta no hace demasiado tiempo era complicado encontrar a estudiantes con discapacidad en la Universidad. Teniendo una experiencia satisfactoria, disfrutando, estudiando, socializando, aprendiendo, en definitiva viviendo…
Poco a poco, muy poco a poco, parece que eso va cambiando y que el ecosistema de estudiantes universitarios cada vez es más diverso, en el IV Estudio sobre el grado de inclusión del sistema universitario español respecto de la realidad de la discapacidad (2019) de la Fundación Universia, nos cuentan en el Día Internacional de la Discapacidad 2020 que según los datos confirmados por las 65 universidades que han indicado este valor, el total de estudiantes con discapacidad es de 21.435, siendo un 1,5% de estudiantes respecto al total del alumnado de estas universidades. Me llama poderosamente la atención de este estudio cómo las cifras del porcentaje de estudiantes con discapacidad van menguando según se va ascendiendo en la formación académica, contando con un 1,8% de estudiantes de grado, primer y segundo ciclo; 1,2% de posgrado y máster y 0,7% de doctorado.
"Ajustar una fotografía exacta de la discapacidad se me hace difícil, porque el tema que a mí me interesa es la persona que hay detrás de esa disCapacidad"
Ajustar una fotografía exacta de la discapacidad se me hace difícil, porque el tema que a mí me interesa es la persona que hay detrás de esa disCapacidad, y para eso no querría caer en la banalidad de generalizar. Por eso os voy a contar mi experiencia. Mi experiencia profesional y personal. Para ello tendré que hablaros de la disCapacidad en el ámbito de la Educación Superior. Voy a alejarme de esos datos presentados y os voy a presentar una imagen más cualitativa a modo de conclusiones de lo que he podido observar en los años que llevo acompañando a estudiantes con disCapacidad en la Universidad Europea.
Como os he dicho, cada uno de ellos tiene un nombre propio, y debería tener cabida cada historia de manera individual, esto a veces me hace pensar que durante toda su vida han sido vistos y tratados como un colectivo y no como una individualidad. Se les ha escondido detrás de una etiqueta y pocas veces han tenido voz en sus decisiones vitales.
Todos los que han conseguido llegar hasta la Universidad (ya hemos visto, que no son muchos) lo han hecho gracias a una red de apoyo muy sólida. Una red que ha apoyado y sostenido esa diversidad, unas conexiones transversales e interdisciplinares que les han hecho sentirse acompañados y no tan solos. Desde aquí, mi reconocimiento más sincero a todas esas madres y padres que han dado todo (y en muchas ocasiones de manera literal) para que sus hijos no solo cumplan sus sueños, que también, sino para que tengan los mismos derechos que los hijos de los otros.
En la primera entrevista que tenemos con estudiantes con necesidades educativas especiales les solemos preguntar en qué son buenos, y muchos de ellos no saben qué contestarnos y se quedan en silencio, toda su vida se han centrado en lo que no sabían o podían hacer y se han olvidado de la última parte de la palabra que tanto les ha marcado: disCAPACIDAD.
"Con los años he aprendido que para que puedan tener éxito académico, deben sentirse bien en todos los aspectos"
En algunas ocasiones las mayores carencias que hemos podido observar son las emocionales, autoestimas desajustadas que puede dificultar relaciones con sus compañeros o con sus profesores y que interceden en el proceso de enseñanza aprendizaje. Con los años he aprendido que para que puedan tener éxito académico, deben sentirse bien en todos los aspectos. Cuando la parte afectiva-emocional está equilibrada todo fluye mucho mejor.
Para mí es un aprendizaje continuo estar rodeada de estudiantes con o sin disCapacidad ya que aportan una mirada fresca, distinta y generan un genuino impacto positivo en toda la comunidad universitaria. Ojalá el día de hoy, nos haga mirar a los ojos a la diversidad y sonreírla.
Sonia Escorial, directora de la Unidad de Atención a la Diversidad de la Universidad Europea