Monjas de Belorado
La Guardia Civil practicó en febrero una inspección a raíz de las quejas de algunos vecinos por las molestias que causaban los ladridos de perros que se escuchan desde el interior del convento.
Los ladridos rompen la paz que impera en los alrededores del convento de las clarisas de Belorado, en Burgos. Las monjas díscolas decidieron recuperar el espíritu de la clausura después de hacer público que rompen con el Vaticano y, desde el jueves pasado, guardan silencio tras los muros del monasterio.
Salvo algunos curiosos o golosos que quieren adquirir las famosas trufas que elaboran las religiosas, las únicas visitas que reciben son las de los repartidores. Un ir y venir de furgonetas entran y salen del recinto. Uno de ellos trae pienso. "Creo que es pienso para perros", señala sorprendido al ver la valla que cierra el acceso al convento. "Estoy llamando pero no me responde nadie", indica.
El pienso es para los perros quecrían las hermanas Clarisas en el interior de sus instalaciones, según pudo constatar la Guardia Civil.
Una denuncia de los vecinos, por las molestias causadas por sus ladridos, condujo a los agentes el pasado mes de febrero hasta el convento. Allí pudieron comprobar la existencia de un criadero de perros sin licencia. Los agentes abrieron un expediente sancionador al no cumplir con la normativa por no disponer de licencia de núcleo zoológico.
El alcalde de Belorado, Álvaro Eguíluz, confirma que las monjas trataron de legalizar su actividad. "Al Consistorio llegó la solicitud de una licencia ambiental para un núcleo zoológico, un paso imprescindible para que la actividad pueda funcionar de forma legal. Pero la licencia ambiental fue denegada por el técnico municipal", aclara el regidor.
Según sus palabras, porque "el funcionario entendió que no era viable urbanísticamente y las monjas presentaron un recurso de reposición". Tras esto, explica Eguíluz, se pidió también un informe a la Diputación de Burgos para que se pronunciara al respecto, pero "nos han respondido diciendo que lo consideran un asunto meramente municipal".
Así que mientras se legaliza la situación, los ladridos de los perros de las monjas clarisas de Belorado siguen poniendo la banda sonora al primer cisma de la Iglesia Católica del siglo XXI que ha roto la paz de esta pequeña localidad ubicada a algo más de 30 km de la capital burgalesa.
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