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La Palma

Decenas de desalojados por el volcán de La Palma siguen viviendo en hoteles 16 meses después de la erupción

Aunque la factura económica es enorme para los que lo perdieron todo, muchos aseguran que los efectos del postvolcán están siendo aun más difíciles que la propia erupción.

Las atenciones en las consultas de psicología de la isla de La Palma se han multiplicado en los meses posteriores a que el volcán se apagara pero eso quizás sea solo la punta del iceberg porque muchos de los afectados no reconocen, no saben o no quieren admitir que sufren trastornos mentales a causa de la erupción. Después de que se diera por apagado y tras detectar un importante incremento de patologías de salud mental, se puso en marcha un programa específico de atención a los afectados. En unos pocos meses las consultas de psicología clínica recibieron 139 visitas derivadas de los médicos de familia. Los diagnósticos más comunes eran reacciones depresivas, trastornos adaptativos, ansiedad, depresión, estrés…

Hoy, 16 meses después, la situación no ha cambiado mucho. Hay más de 7.000 afectados directamente y muchos más de manera indirecta. Entre los que perdieron su primera vivienda, más de un millar, algunos han conseguido un alquiler, otros viven con familiares o han conseguido algunas de las casas modulares que ha entregado el gobierno, pero todavía 139 personas siguen viviendo en la habitación de un hotel y ninguno ha podido recuperar por completo su vida.

Carlos nos recibe en el patio del hotel La Palma Teneguia Princess de Fuencaliente, allí vive desde el 19 de septiembre de 2021 cuando le mandaron salir de su casa de La Bombilla. Todavía no ha podido regresar porque los gases se lo impiden. Aquí vive solo porque su familia ha conseguido vivienda en otro lugar de la isla. Asegura que los días para él son eternos y que lo único que quiere es recuperar su casa. Dice que no ve la luz al final del túnel porque no tiene certezas de cuál va a ser su futuro.

Vivir en un hotel está bien para una temporada pero tanto tiempo es imposible, ya no puedo más

Junto con otras 90 personas son "los otros clientes" del hotel, aunque según Lucía, la jefa de recepción para ellos más que clientes son amigos y familia: "Nos conocemos por nuestros nombres y entre todos tratamos de hacerles la vida un poco más fácil, por eso les hemos acomodado juntos en la misma zona del hotel para que sientan que están como en un pequeño pueblo".

A pesar de los esfuerzos del personal, la vida no es fácil para ellos, asegura Eva. También tiene su casa en La Bombilla, "está muy cerca del mar, lo veo desde mi ventana" dice con lágrimas en los ojos. "Vivir en un hotel está bien para una temporada pero tanto tiempo es imposible, ya no puedo más".

No quería ver la tele, ni hablar con nadie, ni siquiera me levantaba de la cama

Al menos saben que algún día podrán volver a sus casas, algo en lo que ya no puede pensar Juan Fernando, vivía en Bodoque y perdió todo aunque lo que más le duele es no haberse podido llevar los libros de su biblioteca "tenía más de 6.000 libros y no pude sacar ninguno". Este profesor jubilado de filosofía se ha enfrentado cara a cara a una depresión que lo ha mantenido encerrado durante meses en un cuarto que le prestaron después de salir con lo puesto "no quería ver la tele, ni hablar con nadie, ni siquiera me levantaba de la cama". Es el presidente de una plataforma de afectados que ha tenido que dejar de lado por un tiempo porque le faltan ganas. Y cuando le preguntamos por los motivos dice que hay demasiados, las ayudas que llegan con cuentagotas, la falta de soluciones, la lentitud de los procesos,…pero lo peor es sentirse abandonados.

A pesar de las enormes pérdidas materiales, el caos y el miedo vivido durante la evacuación y la erupción, lo peor lo están viviendo ahora, en el postvolcán. La lava se lo llevó todo y ahora también sus ilusiones por seguir luchando.

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