Crimen de la Guardia Urbana
Una posible confesión de Albert López, condenado a 20 años de prisión por el "crimen de la Guardia Urbana" de Barcelona, sobre su implicación en el crimen buscaría facilitar la concesión de permisos penitenciarios.
"Ni reconocer un crimen, ni arrepentirse, ni pedir perdón son requisitos para obtener un permiso penitenciario". Es la tajante afirmación de una fuente de la administración penitenciaria. Y es cierto que el Reglamento nada dice sobre esto. Aunque la realidad parece diferente: "Reconocer el crimen y el daño causado es un factor que se tiene en cuenta a la hora de valorar el proceso de reinserción de un preso, y eso favorece a la hora de conceder permisos", nos matiza una abogada penalista.
Albert López, policía de la Guardia Urbana de Barcelona, está condenado a 20 años de prisión, junto a Rosa Peral, condenada a 25 años, por el asesinato en 2017 de Pedro Rodríguez, marido de ella. Todos ellos eran miembros de la Guardia Urbana y los dos condenados mantenían una relación sentimental. Ninguno de los dos ha reconocido nunca ser los autores de la muerte de Pedro, de la que se culpan recíprocamente, aunque sí admiten haber intervenido en intentar ocultar el cuerpo.
Ahora, Albert López habría admitido los hechos dentro del programa de tratamiento individual de reinserción, que sigue en la prisión de Quatre Camins, en Barcelona, donde cumple condena por asesinato. Un reconocimiento confirmado a Antena 3 Noticias desde fuentes penitenciarias, pero que su abogado niega. El letrado asegura que Albert no ha reconocido ser el autor material del asesinato y que lo único que ha reconocido siempre es haber ayudado a Rosa Peral a ocultar el cadáver. "Abrió el maletero y tenía allí el cuerpo; yo le dije: ¿Qué coño has hecho?", declaró Albert ante la jueza instructora en referencia a Rosa Peral, su amante y también condenada por el asesinato.
Al margen del alcance de la confesión o arrepentimiento que haya podido realizar o no Albert López, el Reglamento Penitenciario sólo exige en su artículo 156 dos requisitos para la concesión de permisos penitenciarios: haber cumplido una cuarta parte de la condena y no tener mala conducta en prisión. El resto de valoraciones las realiza la Junta de Tratamiento de cada prisión.
Albert López ha cumplido ya más de una cuarta parte de la condena y no es un preso conflictivo. El hecho de que ahora pudiera haber reconocido su implicación en el crimen tendría una finalidad interesada. "Lo hacen siempre por su propio interés y también por la presión de los profesionales que trabajan en los programas de tratamiento de los presos: que la persona asuma el daño causado se entiende como algo necesario para avanzar en su reinserción social", añade la letrada penalista. Y una parte importante de la progresiva reinserción son los sucesivos permisos penitenciarios.
Las Juntas de Tratamiento de cada centro penitenciario revisan cada seis meses la situación de cada interno y las posibles peticiones de cambiar a tercer grado, de obtener permisos o de alcanzar la libertad condicional. Para ello se valoran múltiples factores: su comportamiento; su participación en programas de reinserción; si trabaja o asiste a cursos de formación; si tiene un entorno familiar próximo y capaz de acompañarlo en posibles permisos; tener un domicilio al que acudir... Pero sólo en los casos de terrorismo se recoge específicamente el reconocimiento del daño causado como factor que puede beneficiar al preso en su situación penitenciaria.
En los informes que las Juntas de Tratamiento envían a los jueces de vigilancia penitenciaria se recoge habitualmente si el preso ha reconocido o no el crimen por el que haya sido condenado y el daño causado. Pero esto, nos explican algunas fuentes, no debería ser un factor determinante a la hora de conceder un permiso.
"Eso iría en contra de los derechos de una persona a no declarar o incluso podría darse el caso de una persona que realmente sea inocente, aunque esté condenada, y se le perjudicaría por no reconocer algo que en realidad no habría cometido", nos señala una profesora de derecho penal. Algunas fuentes sugieren incluso que los equipos de tratamiento presionan a los presos a reconocer su culpa con la esperanza de poder tener permisos como muestra del éxito de su propio trabajo.
En cualquier caso, ese reconocimiento de un crimen una vez que alguien tiene ya sentencia firme no afecta a la condena. Sí puede ser una circunstancia atenuante durante la de la investigación del caso, sobre todo si va acompañada de una colaboración con la Justicia que ayude a su esclarecimiento. Y también es un requisito en los acuerdos de conformidad con la Fiscalía o las acusaciones que pueden darse al comienzo de un juicio o durante la vista a cambio de una reducción de la condena.
"Es falso que Albert López lo haya hecho para tener permisos penitenciarios, -asegura a Antena 3 Noticias su abogado, José Luis Bravo, tras negar que exista confesión alguna-. Él sabe cuál es su inminente itinerario en prisión y tener permisos es algo que está lejos todavía, no será ni este año ni el que viene".