Galicia
Vecinos y propietarios de comercios están cansados de los malos olores y del miedo a los incendios.
La alcaldesa de la ciudad herculina, Inés Rey, ha decretado este lunes la emergencia sanitaria por la acumulación de basuras en las calles dada la huelga del servicio de recogida. “Entiendo el malestar pero hemos tenido que hacer un expediente con todas las garantías legales para poder decretar la alerta sanitaria”, ha apuntado la regidora.
Una vez empezado este tiempo de emergencia, el Concello inicia un procedimiento de contratación de una empresa que recoja los residuos en puntos donde estos supongan un problema para la salud y seguridad ciudadana. Se podrán presentar ofertas hasta el 24 de julio a las 10:00 horas y serán 13 vehículos y 32 operarios los necesarios para este trabajo. Este contrato excepcional terminará cuando la situación normal de la ciudad se restablezca.
Con ya más de 80 incendios nocturnos desde el comienzo de la huelga hace ya cerca de un mes, los gastos de los daños ascienden a cerca de los 300.000 euros. Ante estas acciones, la alcaldesa ha recalcado su posicionamiento esta mañana: “No es una huelga, es un chantaje a la ciudad con violencia y quema de contenedores”. Pone el foco, de hecho, en los principales perjudicados, los vecinos y vecinas: “Cuando un vecino se levanta y ve su coche quemado, habría que preguntarle qué piensa ese vecino y los que sufren”.
La alcaldesa es, de hecho, tajante con la decisión municipal: “No se van a retirar sanciones a cambio de recoger la basura ni a cambio de que aquí no ha pasado nada, ya se ha acabado ese juego, no hay vuelta a la casilla de salida, se acabaron los chantajes y nada de que aquí no ha pasado nada”.
Esta situación fue similar en A Coruña en 2022, también con una huelga similar que necesitó declarar también la emergencia sanitaria en la ciudad. No obstante, los vecinos aseguran que en este caso, el problema "se ha pasado de castaño oscuro".
“Hay aceras por donde no se puede andar y otras por las que, si pasas, puedes resbalar”, comenta un vecino de avanzada edad. “He visto incluso ratas saliendo de la basura y entrando a bajos de restaurantes”, comenta otra en una terraza. Una de las pocas terrazas abiertas cerca de zonas de acumulación de basura, pues otros locales ya no la ponen porque nadie se sentará en ellas a aguantar el mal olor.
El miedo a los incendios es, además, latente. Hay quien no aparca su coche en la calle, como siempre, por miedo a que aparezca calcinado al día siguiente.
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