CONSIDERA QUE NO ACTUÓ CON ÁNIMO DE MATAR
El Juzgado de Menores ha condenado a ocho años de internamiento en régimen cerrado y cinco años de libertad vigilada al menor de 16 años que prendió fuego con un mechero a un sofá y causó el incendio en la casa-cueva del paraje de La Molineta, en Almería, en el que fallecieron por asfixia un joven de 21 años y dos chicas de 15 y 12 años.
La sentencia, de 57 páginas, indica que el menor no actuó con ningún "móvil espúreo, y menos aún" con ánimo de matar y descarta que actuase movido "por la venganza por una deuda no cobrada, ni por ningún otro" basándose en la declaración que prestaron en el acto de juicio dos agentes de la Policía Nacional, quienes corroboraron que no había "material combustible acelerante", y un bombero que aseguró que al llegar al lugar el incendio se hallaba ya generalizado.
El juez impone, asimismo, al otro encausado por un delito de incendio en concurso ideal con tres delitos de homicidio, un menor de 17 años, la medida de tres años de internamiento terapéutico en régimen cerrado con deshabituación de sustancias tóxicas y cinco años de libertad vigilada.
Minutos antes de que ardiese el sofá, precintó "horizontalmente con cinta adhesiva" la puerta de madera que había en el acceso de la casa-cueva donde estaban los tres fallecidos, "dificultando la salida de la misma" si bien lo hizo con "intención de gastarles una broma".
En su caso, estima también que no existió dolo en su actuación sino imprudencia y señala que el hecho de que intentase "apagar el fuego con un cojín" cuando este fue aumentando de proporciones "determinó que fuera a más en lugar de disminuir, dado el material inflamable del que estaba hecho", lo que "contribuyó a favorecer la propagación del incendio".
El fallo también condena a medidas de régimen semiabierto y de libertad vigilada a los otros tres menores enjuiciados por omisión del deber de impedir delitos ya que señala que presenciaron lo que estaba sucediendo y los "intentos por apagar el fuego" pese a lo que se mostraron "fríos y pasivos, sin hacer absolutamente nada para evitar que el fuego aumentara sus dimensiones". "Unicamente cuando el desenlace fue ya inevitable, uno de ellos, hermano del que prendió fuego al sofá, llamó al 112 y acto seguido, los tres fueron a pedir ayuda", apuntilla.