EL ACUSADO HA RECONOCIDO LOS HECHOS
La Audiencia de Girona ha condenado a ocho años de cárcel al vecino de Begur que agredió a su suegro con un hacha, en junio de 2014, en Palafrugell, por un delito de tentativa de asesinato.
En principio, el fiscal pedía Jorge Monge nueve años por homicidio en grado de tentativa, y la acusación particular, ejercida por el abogado Jordi Colomer, catorce por asesinato en grado de tentativa con el agravante de parentesco.
En el juicio, celebrado el pasado 5 de octubre en la sección cuarta de la Audiencia, el procesado, de 44 años, reconoció los hechos. La sentencia, de la que ha sido ponente el magistrado Manuel Marcello, considera probado que, sobre las 07:30 horas del 13 de junio, Monge accedió al aparcamiento de la finca en la que vivía su suegro, le abordó sin mediar palabra y, por sorpresa, le asestó un primer hachazo en la frente sin que se pudiera defender.
Posteriormente, el acusado le infringió dos nuevos golpes con ese arma en piernas y brazos mientras le gritaba: "¿Qué te crees, que te vas a quedar con mi hija?", ya que los abuelos tenían la custodia de las dos nietas.
Las hijas del acusado estaban con los abuelos a raíz de una resolución del 13 de febrero de 2007 del Servicio de Atención a la Infancia y la Adolescencia de Girona, que determinó que las niñas estaban en situación de desamparo y las apartó del núcleo familiar.
En medio del forcejeo entre Monge y su suegro, un vecino, que también declaró en la vista oral, llegó al garaje y, al darse cuenta de la grave situación, subió a alertar a su mujer para que llamara al teléfono de emergencias y volvió a separar a los dos hombres.
Una vez reconocidos los hechos, el fiscal y la acusación particular modificaron sus conclusiones iniciales y solicitaron para el acusado ocho años de cárcel por un delito de tentativa de asesinato. Según la resolución, "el arma utilizada, la fuerza del golpe y el lugar del cuerpo escogido por el procesado eran idóneos para causar un resultado de muerte".
Debido a la agresión, la víctima, que tenía 61 años, tuvo que ser intervenido en varias ocasiones y estuvo ingresado 125 días en un centro hospitalario. La sentencia, además de la pena de prisión, prohíbe al acusado comunicarse con el agredido o acercarse a él a menos de mil metros durante quince años y obliga a pagarle 15.000 euros en concepto de responsabilidad civil.