Timo del amor
Los timadores del amor siguen el mismo patrón a la hora de estafar a sus víctimas. Es importante saber identificarlos para evitar la doble decepción: amorosa y económica.
Buscar pareja a través de las plataformas adaptadas para ello u otras redes sociales está a la orden del día desde hace tiempo. No son solo jóvenes los que recurren a estos métodos para conocer gente y encontrar a alguien afín a uno mismo. El problema a veces está en que el objetivo de esa persona que crees que es tu media naranja, no es el mismo... Y no hablamos de intereses diferentes en cuanto a una relación entre dos personas, sino intereses económicos.
Es el timo del amor, que empieza a ser recurrente. Y si no que se lo digan a la mujer -de 37 años- que estuvo intercambiando mensajes con un hombre -de 39- durante 14 meses, y antes de conocerse en persona, ella le había transferido hasta 57.000 euros. En estos casos, la decepción es doble: amorosa y económica.
¿Cómo saber si estás siendo estafado?
Por tanto, no hay que dejar de estar alerta, ni a la hora de buscar el amor... Sin embargo, en ocasiones puede resultar complicado identificar una estafa, aunque, afortunadamente, suelen seguir un patrón similar:
- Hacen creer a la víctima que viven o trabajan fuera del país en el que ella está.
- Dicen estar trabajando en una plataforma petrolera, en el ejército, o en un centro sanitario ejerciendo de médico.
- Suelen hacerle a la víctima muchas preguntas personales e intrusivas.
- Cuando la víctima le pregunta por su vida, se excusa para evitar hablarle de ella.
- Intentan avanzar muy rápidamente en la relación y declaran su 'amor' en muy poco tiempo.
- No quieren ver a la víctima personalmente. Tampoco quieren hacer videollamada o llamada telefónica. Siempre que la víctima se lo propone, plantean evasivas cada vez más elaboradas.
- Buscan rápidamente trasladar la conversación desde la web o aplicación de citas a un chat privado.
- Las fotos de perfil son de perfecta calidad.
- En el momento en el que piden dinero, cuentan historias complicadas -por supuesto, ficticias- para que la víctima les haga una transferencia a modo de "préstamo".