UTILIZÓ UNA PICADORA INDUSTRIAL
La fiscal ha destacado en la primera sesión del juicio en la Audiencia Provincial contra Bruno H.V., conocido como el presunto descuartizador de Majadahonda (Madrid), que el acusado cometió "actos lúcidos y complejos" para tratar de "eludir su responsabilidad" en la muertes de su inquilina y su tía.
Tras más de tres horas para constituir el jurado popular, la vista ha comenzado pasadas las 13:30 horas en una sala completamente abarrotada para proceder a la lectura de los escritos de acusación y defensa, y para la exposición de los informes previos.
La Fiscalía pide treinta años de internamiento para el acusado, al aplicarle "una eximente incompleta por enajenación mental" en relación a las muertes de su inquilina Adriana Giogiosa y de su tía Liria, mientras que la acusación particular no aprecia circunstancias modificativas de la responsabilidad penal y solicita veinticuatro años de cárcel, y la defensa la libre absolución.
Bruno H.V. está acusado dos delitos de homicidio, uno de falsedad documental, otro de estafa y uno de tenencia ilícita de armas, por las muertes de su tía en 2010 y su inquilina en 2015, cuyos cadáveres se cree que fueron triturados por una picadora industrial y aún no han aparecido en el vertedero de Pinto, donde la Guardia Civil busca desde hace dos años.
En su intervención, la fiscal ha explicado que no aprecia una eximente completa, como argumenta la defensa, porque "la dinámica de los hechos apunta a un intento real de eludir su responsabilidad" pese a tener una enfermedad mental, por las acciones que realizó tras presuntamente matarlas para ocultar las muertes.
Al respecto ha mencionado la sociedad que creó para apropiarse del dinero de su tía, la carta que envió al trabajo de Adriana Giogiosa haciéndose pasar por ella para decir que lo dejaba, los mensajes enviados desde su móvil a amigos y allegados sobre que estaba de viaje por Europa y la desaparición de los cuerpos.
"Todos son actos lúcidos y complejos", ha aseverado la fiscal que sustituye la pena de veintiséis años de prisión por treinta años de internamiento en un centro adecuado para que le traten médicamente su patología. Y dirigiéndose al tribunal del jurado les ha recordado que la clave aquí es "determinar el estado mental del acusado en el momento de los hechos", como también ha insistido luego la acusación particular que, al contrario que la Fiscalía, sí pide prisión.
La sesión se ha prolongado durante poco más de una hora y el acusado, sentado a la izquierda de su abogado, la ha seguido prácticamente sin pestañear, sereno y tranquilo. Ligeramente inclinado hacia delante, vestido con zapatos, vaqueros, camisa y un jersey al hombro, no ha variado su posición en ningún momento con las manos y los pies cruzados, con la mirada al frente, sin gesticular y sin abrir la boca para dirigirse a su letrado.
Tan solo ha cambiado su postura cuando su abogado ha destacado que Bruno H.V. no lleva grilletes durante el juicio, momento en que este ha sacado las manos debajo de la mesa para mostrarlas a la Sala.
Sí que se ha mostrado más interesado cuando su letrado ha defendido "la presunción de inocencia" de su cliente tras "una investigación mala de solemnidad" y "cargada de ilegalidades" por parte de las fuerzas y cuerpos de seguridad.
Tras hacer gala de haber participado en cincuenta juicios con jurado y levantar el tono en ocasiones ante la perplejidad del público asistente, el abogado ha dicho que no reconocen los hechos y que su defendido tiene una enfermedad mental grave.
Pero ante todo ha subrayado que sólo existe una prueba contra cu cliente que puede ser lícita o no: "Aquí solo hay una picadora con una gota de sangre" que, en su opinión, puede haber llegado ahí de muchas formas. La vista se reanudará mañana con la declaración del acusado, en prisión desde su detención el 7 de abril de 2015
Para creer que aún seguía viva, simuló que se había ido de viaje e introdujo una carta mecanografiada bajo la puerta del establecimiento de comida rápida donde trabajaba en la que se despedía repentinamente.
Con el mismo propósito envió mensajes desde del móvil de la víctima a sus allegados para comunicarles que estaba de viaje en Barcelona y que posteriormente tenía pensado ir a Europa. Sin embargo, uno de los hermanos de la mujer denunció su desaparición.
Al acusado, detenido días después, se le incautó el pasaporte y permiso de conducir de su inquilina, así como joyas, guantes y las llaves de un coche.