Okupación
En el barrio de Schamann, en Las Palmas de Gran Canaria, un hombre mayor, sabiendo que habían ocupado su casa, se dirigió hacia ella con la ayuda de su bastón, decidido a resolver el asunto y recuperar su propiedad. Todo quedó registrado en vídeo.
El señor se acerca a su vivienda, una antigua casa canaria verde agua, visiblemente deteriorada, con una ventana parcialmente tapiada con una tabla. Mientras camina hacia la puerta, en el vídeo se escucha a alguien decir: “qué necesidad” y “aquí estamos buscando a la policía”.
Tras llamar a la puerta, aparece un individuo con camiseta amarilla y gorra, quien comienza a dialogar tanto con el dueño como con otra persona que lo acompaña. “Mira a ver, es un señor mayor”, se escucha.
Otro individuo, con sudadera gris, sale de la vivienda, y el anciano pregunta: “¿cuántos son ustedes?”. El hombre, dispuesto a hablar, explica que es su casa, pero el okupa le responde: “es una casa okupa”. En ese momento, el señor pierde la paciencia y responde firmemente: “no, no, esta no es una casa okupa, esta es mi casa”.
El okupa reprocha a los hombres que le hablen así, pero de inmediato acepta que debe irse: “pues ya está, salimos”. Desconfiado, el dueño se acerca a la puerta que el okupa estaba cerrando para asegurarse de que quede abierta y él pueda volver a entrar sin llamar al cerrajero. Le da claras instrucciones para que deje la puerta abierta, repitiéndoselo varias veces.
Por último, Joaquín —el propietario — exclama, sorprendido: “¡no pasa nada, claro, no pasa nada!”. Estupefacto ante la actitud irrespetuosa de quien ha ocupado su vivienda como si nada, algo común hoy en día pero inadmisible para alguien criado en otra época.
La firmeza de Joaquín es sorprendente, pero lo es más que el okupa acepte abandonar la vivienda al saber que no estaba en una casa abandonada, sino en el hogar de una persona. A pesar de que la ocupación es cada vez más común, la indignación y perplejidad de Joaquín nos invitan a reflexionar sobre la normalización de estas situaciones en la sociedad.
El hombre no estaba solo en esta acción; lo acompañaban otras dos personas, aunque la policía no aparece en el vídeo, un reflejo de la impotencia que muchas veces ocurre en estos casos.
A pesar de que el desenlace fue pacífico, la situación refleja un problema creciente en muchas ciudades españolas, donde las ocupaciones ilegales generan tensiones entre propietarios y okupas. Para algunos, como Joaquín, el derecho a la propiedad sigue siendo sagrado, mientras que los ocupantes suelen argumentar la falta de acceso a una vivienda digna. El caso de Joaquín pone de relieve no solo el desgaste emocional que sufren los afectados, sino también las carencias de una solución legal rápida y efectiva.
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