Islas Canarias
Su pareja, Richard, describe la dura batalla tras la cirugía, desde la unidad de Cuidados Críticos hasta la rehabilitación neurológica.
Hace un año y medio que Carolina se sometió a una intervención de cirugía estética para reemplazar sus prótesis mamarias, durante la operación hubo una serie de complicaciones y ella acabó sufriendo daño cerebral grave, quedando en silla de ruedas.
Ahora, aunque está en rehabilitación para lesionados medulares en el Hospital Insular, no recibe apoyo psicológico y las consultas médicas son esporádicas. Sufre convulsiones y dolores de cabeza intensos desde julio, recibiendo solo sesiones de logopedia dos veces por semana.
Richard, su marido, se encarga de su cuidado, ayudándola a recuperar parte de su movilidad y peso. Sin embargo, dejar su trabajo para cuidarla redujo sus ingresos a un subsidio de desempleo de 480 euros. También cuentan con la prestación por incapacidad de Carolina que apenas cubre sus gastos mínimos.
Viven en una cuarta planta, lo que dificulta su movilidad, pero sin contrato de trabajo, alquilar una vivienda adecuada es complicado. Aunque solicitó la acreditación de discapacidad en diciembre de 2022, aún no ha sido valorada, lo que les impide acceder a otras ayudas.
La burocracia en este caso en la aplicación de la Ley de Dependencia, les está obligando a esperar para recibir ayuda. Richard critica las opciones limitadas de esta ley, que ofrecen poca asistencia económica y priorizan residencias o centros de día sobre el cuidado en el hogar.
Tras sufrir este cambio radical en sus vidas por lo que habría sido una negligencia médica, ahora se sienten "víctimas del sistema".
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