TIENE 66 AÑOS
Carlos Fitz-James Stuart, duque de Huéscar, es el nuevo duque de Alba, tras la muerte de su madre Cayetana Fitz-James Stuart en Sevilla a los 88 años. A partir de este momento, recae sobre Carlos Fitz-James Stuart el peso de la historia de la Casa de Alba, dibujada por los dieciocho duques que le han precedido, desde el nacimiento del Gran Duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo en el siglo XIV.
En 1429 Juan II de Castilla donó la villa de Alba de Tormes al obispo Gutierre Álvarez de Toledo, con el título de señor. Le sucedió su sobrino Fernando Álvarez de Toledo, a quien Juan II nombró en 1438 conde de Alba pero sería su hijo, García Álvarez de Toledo, el que recibiría en 1472 el título de primer duque de Alba, por concesión de Enrique IV de Castilla para reconocer así su apoyo a la corona.
La primera duquesa de Alba, María Teresa Álvarez de Toledo y Haro, ostentó el título de 1739 a 1755. Su hijo Fernando de Silva y Álvarez de Toledo fue el siguiente y le sucedió su nieta, María del Pilar Cayetana de Silva Álvarez de Toledo y Silva-Bazán, la XIII duquesa de Alba y una de las más famosas de la familia por haber sido pintada por Francisco de Goya, de quién fue musa y mecenas.
Durante años se mantuvo además que había sido la modelo elegida por Goya para dos de sus cuadros más célebres, 'La maja vestida' y 'La maja desnuda', aunque no hay pruebas concluyentes al respecto. La duquesa se casó, en una boda arreglada por su abuelo, con su primo José Álvarez de Toledo y Gonzaga. La idea era unir los dos ducados más poderosos de España, el de Alba de Tormes y el de Medina Sidonia, pero la falta de hijos truncó el proyecto.
Al morir María del Pilar Cayetana de Silva Álvarez de Toledo y Silva-Bazán la Casa de Alba pasó a otra familia, a través de su sobrino Carlos Miguel Fitz-James Stuart, VII duque de Berwick y descendiente de la reina María Estuardo de Escocia. Su hijo Jacobo Fitz-James Stuart y Ventimiglia fue el XV duque de Alba e introdujo en la estirpe un nombre que se repetiría sin cesar a partir de entonces, además de ordenar la construcción del palacio de Liria, de Madrid.
Tras el fallecimiento de Cayetana Fitz-James Stuart el título recae en los brazos de su primogénito que tendrá que añadir alrededor de medio centenar, algunos de ellos con Grandeza de España.
Aunque creció arropado por muros palaciegos y jugó entre "Goyas", "Zurbaranes", "Grecos" o "Tizianos", Carlos Fitz-James Stuart (1948) no se siente diferente a los demás. "Estudié el Bachillerado en el colegio de Los Rosales, me licencié en Derecho en la Universidad Complutense e hice el servicio militar, donde alcancé el grado de alférez, realmente no me considero diferente a las personas de mi edad", explicó Carlos Fitz-James en una entrevista.
Tras su paso por la universidad, trabajó en la empresa privada y formó parte en una serie de consejos de administración. Pero el fallecimiento de su padre en 1972, le llevó a ser el principal gestor de los asuntos financieros de la familia junto a su hermano Alfonso.
La precipitada ausencia de su padre supuso un esfuerzo titánico para conservar, restaurar y ampliar el patrimonio de la Casa de Alba, una labor en la que el pilar fundamental fue la duquesa. "Mi madre ha sido la principal impulsora de todas las iniciativas encaminadas a conservar el patrimonio, siempre muy bien secundada por mi padre mientras vivió, y después por su segundo marido, Jesús Aguirre".
El reto más importante del XIX duque de Alba es preservar la conservación del patrimonio histórico artístico de sus antepasados, así como su difusión para que pueda ser conocido y contemplado por todas aquellas personas que estén interesados en el Arte y en la Historia de España. El valor permanente de los Alba ha sido su vocación de servicio a España y a la Monarquía.
Consciente de que se convertiría en el XIX duque de Alba, Carlos Fitz James Stuart siempre ha intentado llevar una vida normal, "todo lo discreta" que le ha sido "posible", aunque resulta "utópico pretender llevar una existencia tranquila cuando te conviertes en un personaje conocido", razonaba. En marzo de 1988 anunció su compromiso con Matilde de Solís-Beaumont y Martínez Campos, hija de los marqueses de la Motilla y condes de Casa Alegre. Dos años más tarde, celebró su boda el 18 de junio en la catedral de Sevilla, un matrimonio que terminó en el 2000. En el 2006 recibió la nulidad eclesiástica.
Fruto de ese matrimonio nacieron Fernando Cayetano (1990) y Carlos (1991), con los que comparte su tiempo libre y a quienes recurre para solventar todas sus dudas sobre las últimas tecnologías. "Siempre que tengo problemas con el ordenador y con el teléfono móvil me lo solucionan mis hijos, son fantásticos", alababa. Una constante en su vida ha sido la discreción.
Apenas se le conocen sus aficiones, excepto el esquí. "A los veinte años me gustaba volar y jugar al tenis", apuntaba. "También navego, soy patrón de yate y, aunque mi barco es pequeño y ya esta muy viejo, me gustaría poder dedicar mas tiempo a esta actividad. También me gusta la caza, preferentemente la menor, la música y la lectura", concluía.