Violencia de género
"Soy hija de maltratador". Es lo primero que nos dice Carla cuando quedamos con ella en un conocido parque de Madrid. En poco más de 30 años ha presenciado múltiples episodios de violencia en su casa como golpes y puñetazos con el cinturón con la parte de la hebilla. El tema psicológico viene en el machaque: "Tú eres, tú haces, es tu culpa. Eres tú la responsable".
Ella intentaba mediar en las discusiones y frenar las agresiones, llegó a denunciar a su progenitor pero su madre nunca lo hizo y tampoco lo contó. Aún así, Carla cree que falta ayuda: "Estamos solas, nadie se mete. Esa es la realidad". Y continúa explicando que "el entorno es muy difícil que lo vea" porque, para ella, el maltratador "es una persona que sabe ocultar muy bien ante la gente lo que realmente es". Asegura que su comportamiento cambia dependiendo del ámbito en el que se encuentre: "Een la calle es un ángel y en casa todo lo contrario".
Aunque considera que es prácticamente imposible identificar a un agresor, Carla pide más concienciación e implicación. La violencia de género es un problema que afecta a toda la sociedad y el apoyo es fundamental para frenarla. "¿Hace falta contar el golpe que te daba o el puñetazo que te daba y cómo te lo daba y consecutivos para que veas que sí hay maltrato?", se pregunta.
Según los expertos, no hay un perfil determinado pero sí existen indicadores que pueden alertar. "Por ejemplo los celos, que intente aislarte, reacciones desmesuradas, una personalidad dominante", afirma Vanesa Álvarez, psicóloga especializada en violencia de género. Para ella, "detrás de todo esto hay una autoestima baja y una dependencia emocional tremenda".
Carla es tajante: "No es una persona que vea que lo que él hace sea maltrato". Y esa es la principal razón que explica, según ella, por qué un agresor no puede cambiar. "Considero que un maltratador no cambia nunca. Cuando ponen la mano una vez, la van a poner siempre", concluye.