Derechos Humanos
Han repicado las campanas de la capital gallega tocadas de manera manual. Una tradición milenaria que ha podido ser escuchada por todos los que pasaban por la Plaza del Obradoiro
Siempre tienen un toque especial. La banda sonora de la Catedral de Santiago ha inundado este martes todo el conjunto. La Plaza del Obradoiro y las empedradas calles del centro histórico compostelano se llenaron con el tañido de las campanas, un arte sonoro cargado de simbolismo.
Se trata de un sonido que cobra un significado especial en el Día Mundial por los Derechos Humanos. Esta acción forma parte de una iniciativa europea promovida desde el 2010 por el colectivo de campaneros de Arrone en Italia, y aquí, en Galicia, es la Asociación Cultural de Campaneiros de Galicia la que se ha encargado de hacerlas sonar de manera manual.
"La verdad es que ha sido muy especial, ha sido un guiño a los campaneros italianos. Aunque nosotros aquí tenemos un toque propio de esta catedral única y exclusivamente, queríamos en este caso hacer ese guiño a Italia", ha asegurado José Andrés Barreiro, presidente de la Asociación de Campaneiros.
La música siempre ha sido una maravillosa vía de unión, de fuerza, de solidaridad. Todo esto y más pretende hoy esta acción que llama a la reflexión global para acabar con los conflictos bélicos. En esta ocasión se centra en los que afectan a las poblaciones de Ucrania y Oriente Medio.
El toque manual de campanas forma parte desde el 2022 de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO. Se trata de un lenguaje que a lo largo de los siglos ha unido comunidades. "Hay repiques al estilo gallego que son muiñeiras y xotas, pero cada sitio tiene su propio lenguaje porque el toque de campanas no deja de ser un lenguaje que expresa algo, una situación, un momento concreto", explica José Andrés.
Las campanas han funcionado como medio de comunicación para transmitir noticias desde tiempo atrás. Era la vía para anunciar la pérdida de un vecino, la alegría y celebración de otro, la llegada de una tormenta o de una hora importante. Un código entendido por todos que ha servido para transmitir mensajes y emociones durante siglos.
La candidatura española para proclamar el toque manual de campanas patrimonio de la UNESCO destacó el valor humano y cultural de esta práctica, pero su reconocimiento tuvo un valor aún más importante si cabe. Es en sí mismo una forma de protección, una manera de evitar la desaparición de este arte ante la amenaza de la falta de campaneros y el desconocimiento popular.
"Aquí en la Catedral se perdió el toque manual en los años 70 cuando se ponen los mazos automáticos", relata el presidente de la Asociación. Ellos comenzaron a recuperarlo en 2022. "Ahí expresamos nuestro deseo de poder tocar en la Catedral para el cierre de la Puerta Santa, veníamos con el no por delante, pensábamos que en un lugar al que llegan peregrinos de todo el mundo iba a ser imposible, pero nuestra sorpresa fue que nos dijeron que sí ", continúa. A partir de ahí comenzaron a trabajar en ello y poco a poco han ido dando más pasos.
"El reconocimiento de la UNESCO ha sido impulso, la gente se ha dado cuenta de que es un arte y tiene su aquel tocar las campanas, no es solo hacer ruido", explica Barreiro. Ellos abren su conocimiento y arte a todo el que esté interesado. Tanto que animan al que quiera que se acerque, les vea y pruebe. Siempre que haya un interés real en aprender.
El acto de este martes en la Catedral de Santiago se suma a otras iglesias y basílicas de toda Europa que tocarán sus campanas por la paz y la justicia. Valores que van más allá incluso –con todo respeto- de cualquier religión. Valores universales. O al menos así debería ser.
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