Pesca
En la bateas de mejillón hay mucha vida más allá del bibalvo. Por ejemplo, el camarón crece a destajo en este entorno y la Ría de Arousa lo saben bien. ¿Cómo se captura sin causar daños? Vamos a verlo.
El camarón es uno de los crustáceos más apreciados de la gastronomía gallega. Su precio -puede superar los 200 euros el kilo en las fechas más señaladas- da buena muestra de ello.
Los marineros no tardaron en darse cuenta de la proliferación de esta especie en las bateas de mejillón. El entorno perfecto, cargado de nutrientes y protegido por las inmensas cuerdas de las que cuelgan sus compañeros, ¿qué más se puede pedir? De ahí que desde hace más de 50 años se utilicen las nasas de camarón para capturarlos.
Se trata de una especie de recipiente de cuerdas, por las que entra y sale el agua pero en cuyo interior queda capturado nuestro pequeño protagonista. Una forma, a priori, inocua de captura, pero que ha tenido que ser regulada para no dañar la producción mejillonera ni cualquier otra forma de vida.
Este plan experimental para regular la captura del camarón acaba de ser renovado. En él participan cuarenta barcos. Casi la mitad, 17, tienen su puerto base en A Illa de Arousa, la localidad probablemente con más prestigio en esta especie.
En cuanto al censo de bateas en las que está autorizado instalar nasas. Forman parte del plan algo más de 300, de las que cerca de 250 son de asociaciones de mejilloneros de la localidad de A Illa. El resto también cercanas. El objetivo es claro: economía colaborativa basada en el respeto. No dañar, como en casi todo en la vida, es la clave.
En A Illa de Arousa, de hecho, se encuentran los pocos 'trueleiros' que quedan todavía capturando camarón.
Esta es otra arte, diferente a la nasa, pero imposible hablar de esta especie sin nombrarla. Quien ha tenido ocasión de verlos trabajar, en ello quien escribe es una afortunada, puede ver a marineros con experiencia haciendo malabares entre las tablas de las bateas armados con una especie de coladores gigantes -permítase la comparación- para capturarlos. Una de esas artes tradicionales que también hay que saber conjugar con la propia explotación de la batea ya que sus propietarios pueden temer que se dañe el mejillón si no se realiza con el cuidado oportuno.
Lo mismo ocurre con las nasas. De ahí ese plan experimental recientemente renovado. Limites y colaboración.
Las nasas tendrán que estar colgadas a una profundidad máxima de 3 metros con el objetivo de no dañar el fondo marino y de no capturar especies que podrían entrar en el aparejo aunque no esté pensado para ello. Es el caso de las nécoras o el pulpo que se capturan también empleando nasas aunque bajo otros requisitos y ubicaciones.
Además, cada uno de estos parques flotantes de mejillón, es decir, cada batea, podrá formar como máximo con 15 nasas que, requisito imprescindible, deberán estar debidamente señalizadas.
Un plan pensado para que los marineros puedan seguir rebajando debidamente y todos podamos disfrutar del buen producto gallego. Uno y otro. Y, por supuesto, siempre, del mar.
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