DESDE COCINEROS A PELUQUEROS
Alejandro pasa cada día seis horas junto a un soplete. En el taller alcanza temperaturas muy altas y el trabajo se vuelve más duro. Sin embargo, es la única manera que tiene de moldear el vidrio. Él mismo reconoce que la productividad baja en verano, cuando trabajan menos horas y con menor intensidad.
Hay más casos de profesionales que sufren de manera especial con el calor. Carlos tiene una peluquería y ahí el secador es imprescindible. Peor es la situación en los locales de comida. En un establecimiento de venta de pollos asados, los pedidos se acumulan justo en las horas en las que más aprieta el sol.