Osos
Crece el temor en Asturias tras el brutal ataque de un oso a una mujer hace pocos días y los vecinos y ganaderos piden que se dé solución a esta situación de peligro que se va acrecentando progresivamente.
Los ganaderos de la comarca asturiana donde una mujer sufrió graves heridas tras ser atacadapor un oso, Cangas de Narcea, alertan del peligro creciente que suponen. Asturias ha sacado a este especie de la extinción, pero cada vez hay más ejemplares y entre los vecinos crece el miedo.
En el caso del ataque, el oso se saltó una alambrada y sorprendió a Carmen cuando se encontraba a unos metros de su pueblo. De hecho, todavía se aprecian en el suelo los restos de ese ataque, aunque, afortunadamente, su yerno y unos vecinos se encontraban cerca y pudieron acudir en seguida a socorrerla.
José Antonio, el primero en socorrer a su suegra, explica que el oso le rompió la nariz, los dientes y le desgarró el labio superior a la mujer de 75 años que ahora se recupera de sus graves heridas.
Vecinos y agricultores tienen miedo
"Pues la gente está cogiendo miedo, y claro, lo que la gente necesita es tranquilidad y seguridad", explica Alfredo Santamarina, alcalde de Gillón. José Miguel Boto, de la Asociación Narcea, Degaña e Ibias, añade que los osos "bajan a buscar la comidaa los sitios habitados y se nos meten en casa, literalmente"
Las patrullas forestales y el Seprona intentan localizar a ese ejemplar, tal y como explica el capitán Pedro Palomo: "Tendemos a evitar que el oso entre en unas circunstancias que puedan provocar ataques hacia personas o animales"
Pero los ganaderos de la Cuenca del Narcea están cada vez más indignados. Llevan años denunciando los ataques, cada vez más frecuentes, a sus reses de jabalíes, lobos y osos.
Ana Amelia, después de 32 criando la oveja Xalda, raza autóctona en peligro de extinción, asegura que ya no puede más: "Llevamos aguantando pérdidas, entre 40 y 50 animales todos los años, que eso para un rebaño de doscientos cincuenta animales es insostenible".
Pero hay quienes defienden que la convivencia entre fauna salvaje y humanos es posible. "Las medidas de prevención no tienen que suponer un gasto añadido para los ganaderos o para los apicultores, encima en una situación en la que están como están", insiste Fernando Ballesteros, de la Fundación Oso Pardo.