Prisión
La Audiencia de Huelva condena a Bernardo Montoya a prisión permanente revisable. Está acusado de agredir sexualmente y asesinar a Laura Luelmo.
La Audiencia Provincial de Huelva ha condenado a prisión permanente revisable a Bernardo Montoya por la agresión sexual y el asesinato de la profesora zamorana de 26 años, Laura Luelmo, en El Campillo (Huelva) en diciembre del 2018.
Además, le impone 17 años y medio de cárcel por un delito de detención ilegal en concurso ideal con el delito de agresión sexual con la agravante de género, así como en concepto de responsabilidad civil, el acusado tendrá que indemnizar con un total de 400.000 euros a los padres y hermanos de la víctima.
El juicio se celebró del 15 al 20 de noviembre en la Audiencia Provincial de Huelva con tribunal del jurado y a puerta cerrada, después de que el magistrado presidente, Florentino Ruiz Yamuza, accediera a la petición de las partes al objeto de garantizar la intimidad y la memoria de la víctima.
La Audiencia recuerda que, en su veredicto, el jurado declaró probado que los hechos se produjeron sobre las 17:30 horas del día 12 de diciembre de 2018, cuando la joven regresaba de hacer la compra en un supermercado y fue abordada por el condenado, Bernardo Montoya, que vivía frente a ella en El Campillo.
En la sentencia notificada este viernes, la Audiencia condena al acusado a la pena de prisión permanente revisable por un delito de asesinato con la agravante de reincidencia (puesto que fue condenado por sentencia firme de 31 de diciembre de 1997 de la Audiencia de Huelva por delitos de allanamiento de morada, obstrucción a la justicia y asesinato) y le impone además 17 años y medio de cárcel.
La Audiencia considera que es claro que "la detención ilegal de la víctima constituyó un medio para la posterior agresión sexual", y la sentencia informa de que el acusado introdujo en su casa a Laura Luelmo "a la fuerza" y "con intención de agredirla sexualmente", de modo que, una vez dentro de la casa, el condenado cerró la puerta, "impidiendo" que la víctima saliera, comenzando a propinarle "fuertes" golpes.