SE QUEMA
La droga almacenada tras ser incautada corre peligro de putrefacción o de robo, pero es un juez el que decide cuándo se destruye. "El tiempo tasado es un mes si no se determina otro plazo", explica el jefe del servicio del Centro de Inteligencia y Contra el Crimen Organizado.
Transcurrido ese tiempo, la maquinaria de una fábrica de la que no se pueden dar datos por motivos de seguridad se pone en marcha. Son hornos que utilizan neumáticos o droga como combustible.
Allí se pesa y se vigila la droga en todo momento y si por alguna razón hay que manipularla se tiene que volver a precintar.
Todo este recorrido está vigilado por agentes y también por cámaras de seguridad, que se sitúan en las zonas sin visibilidad.
Son empresas que cuentan con todos los permisos medioambientales y cuyos hornos alcanzan altas temperaturas.