España rural
Trasladarse a un pueblo rural no es fácil, pero les compensa. Es la razón de 4 mujeres que desarrollan sus trabajos en un pueblo de 300 habitantes en Madrid. Este es su día a día.
Los pueblos están cada vez más demandados, la tranquilidad que ofrecen permite a muchas personas desarrollar sus trabajos al tiempo que contribuyen a que la España rural no se vacíe. Estas son las historias de 4 mujeres que han decidido trasladarse a un pueblo de 300 habitantes y sus motivos.
El trabajo de Mari Carmen en el campo empieza delante de un ordenador, dando de alta el nacimiento de un ternero que tiene que vigilar. "La vaca está donde tiene que estar y el GPS nos dice que está allí", explica.
La acompaña su hijo mayor que ha decidido seguir los pasos de su madre en la ganadería. "Yo le veo futuro, es lo que me gusta y he nacido con ello", asegura.
Su madre también tiene tradición ganadera y tenía ganas de tener su negocio propio. Esta casada, tiene 3 hijos y, aunque conciliar no es fácil, quiere quedarse en este pueblo de 300 habitantes. "Si no nos quedamos y no hay arraigo en los pueblos al final se muere".
Otras profesiones en el entorno rural
Su caso es el mismo que la alcaldesa de la localidad. "No queremos un pueblo vaciado, queremos un pueblo vivo", dice. También la farmacéutica se queda en el pueblo. "Yo no cambio mi pueblo, si un pueblo pierde la escuela, la farmacia o un centro de salud se acaba muriendo", argumenta.
Minerva ha abandonado la logopedia en Madrid para criar a sus hijos en el pueblo. "La calidad de vida que tengo aquí no la tengo en Madrid ni por asomo", asegura.
Dicen que lo rural no es sinónimo de ideal, pero les compensa y aclaran que sin ellas no hay futuro.