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Día Mundial del Autismo

Así ayudan los perros de asistencia a los niños con autismo

En España, 1 de cada 160 niños tiene un trastorno del espectro autista, que engloba muchas formas de manifestarse. Vivir con un perro de asistencia ayuda a estos niños y también a sus familias.

Brownie es un perro labrador que lleva más de seis años siendo el mejor amigo de Adrián, uno de los 450.000 niños que en España tienen TEA (Trastorno del Espectro Autista). Y para él, la presencia de Brownie ha sido y sigue siendo fundamental en su día a día.

"Me da lametones cuando estoy triste. Me ayuda a ir a los sitios porque me pongo nervioso con los ruidos...", explica Adrián. Tener un perro de asistencia no le ha cambiado la vida solo a él, también a su familia. "Antes de Brownie, Adrián tenía crisis de autolesionarse y gritar que duraban más de 48 horas. Y no sabíamos qué le pasaba porque no sabía expresarse", relata Noelia Fernández, madre de Adrián.

"No podíamos alejarnos ni diez metros de la puerta de casa, porque tenía miedo de salir a la calle", explica Fernández. Para los niños con TEA, el entorno social y lleno de estímulos se traduce en altos niveles de ansiedad y frustración. "Con Brownie está más tranquilo, ahora incluso podemos irnos de vacaciones. Cuando se cansa, en lugar de ponerse nervioso, se tumba con el perro o se pone a contarle lo que le está pasando", explica Fernández. "Es mi amigo", concluye Adrián.

"La comunicación de estos niños muchas veces es tan sencilla como la del perro", explica Fernández, que cuenta también que "gracias a él supimos que le estaban haciendo bullyingen el cole, porque a nosotros no nos lo contaba. Hubo un día en que llegó a casa con tanta ansiedad, que se metió en su habitación con el perro, se tumbó en la cama con él, y llorando se lo contó. Así fue cómo nos enteramos", relata.

Primer año: socialización con personas

Como Brownie, muchos perros se entrenan desde cachorros para llegar a convertirse en perros de asistencia. Durante el primer año, lo hacen con familias educadoras, voluntarias, que los llevan a grandes espacios como centros comerciales, para que se habitúen a las personas y a los obstáculos.

El objetivo es "que lleguen siendo muy seguros, con mucho interés por las personas, y no tengan ningún miedo. Ni a las escaleras mecánicas ni a las barandillas, cosas a las que en su trabajo como perro de asistencia se van a tener que enfrentar", detalla Olivia De Matteis, entrenadora y directora de Dog Point, asociación sin ánimo de lucro.

Controlar fugas y frenar crisis nerviosas

El segundo año, el entrenamiento es más específico. Se les enseña, por ejemplo, tareas de control de fugas con anclaje. "Es muy importante que, antes de cruzar una calle, el perro se pare a metro y medio del bordillo. Porque es la distancia que da de largo la correa, y evita que el niño quede parado en mitad de la calle", explica De Matteis.

También aprenden la técnica del tumbado de emergencia. "Si el niño siente el tentativa de salir corriendo, el perro, que siempre pesa más que él, se tumba en el suelo y bloquea esta conducta", aunque De Matteis reconoce que "con la simple presencia del perro" muchos niños ya no tienen ese impulso de fuga, que suele ser bastante frecuente en este trastorno. El 53% de los niños con TEA se escapa con frecuencia.

Otro aprendizaje son las búsquedas, si los pequeños se pierden, o los comandos para frenar sus crisis nerviosas, que consiguen que los niños salgan de ese bucle. "El comando "salta"le saca del bucle de pegarse y autolesionarse. Otra orden es el comando "besos": cuando está muy nerviosa, le calma que Jana le lama la mano, la cara...", cuenta Nieves Boullosa, madre de Lucía, otra niña con autismo. "Es una labor increíble la que hacen estos perretes", concluye.

Les acompañan de por vida

Después de estos dos años de entrenamiento, los perros comienzan a convivir con los niños y sus familias. Y permanecen en adopción con ellos acompañándoles hasta el final de su vida. "Los primeros seis meses de adaptación son fundamentales, porque el perro tiene un cambio importante en su vida, pasa de vivir con su entrenadora a vivir con una familia y un niño con TEA", detalla De Matteis.

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