EN MADRID
En 1926, en Madrid, se empezaba a llenar de coches y había que poner un orden en las caóticas calles de la capital. Los periódicos de la época anunciaban unos faros luminosos para regular la circulación que iban a ser sustituidos por los clásicos guardias con porra.
Pero luego hubo que lidiar también con la falta de respeto a la señal luminosa. Los policías salían en bicicleta para denunciar al infractor que se hubiera saltado el semáforo. 23.850 pesetas, unos 140 euros , se pagaron por ese semáforo que ahora se ha modernizado bastante. En este lugar estuvo el primero y ahora hay uno por cada 750 habitantes.
Sólo Nueva York cuenta con más aparatos per cápita. Al menos cada vez son más originales. En Valencia, los hay paritarios. En Elche hay uno que nos permite seguir mirando el móvil. Los hay de todos los tipos, incluso, los que nos multan. Los tiempos han cambiado pero el semáforo y sus colores, permanecen.