Adicción a las pantallas
Vivir enganchado al teléfono móvil, cada vez es más común. No podemos salir sin el a la calle, incluso en ocasiones, tampoco se puede ir por casa sin el dispositivo. Se le denomina nomofobia, es el miedo a estar sin el teléfono móvil. Un problema del siglo XXI que afecta ya al 70 % de la población mundial.
De media, los españoles pasamos 9 horas enganchados a las pantallas, ya sea trabajo u ocio, esto implica grandes problemas de salud. Y aunque pueda parecer poco, significa que se pasa más tiempo mirando el móvil, la televisión u el ordenador, que durmiendo. Este aluvión de conectividad, a parte de ser malo para la salud, también lo es para el medio ambiente. Tareas diarias como enviar WhatsApp, Correos o encender una pantalla, contamina.
Por ejemplo, enviar un mail con un archivo adjunto, es lo mismo que dejar una bombilla encendida durante todo un día, con lo que ello supone de gasto de luz. Además, por cada gigabyte que descarguemos de internet, estamos consumiendo 200 litros de agua. Los servidores que permiten esta sencilla y común tarea de nuestros días necesitan esta gran cantidad para refrigerarse, si no, no sería posible descargar nada. Tampoco navegar por la web.
Pero no, las descargas no son lo único. La reproducción de vídeos en ‘streaming’ también necesitan de estos refrigeradores. Implican una descarga constante de memoria. Otro ejemplo. Recorrer 50 kilómetros un coche, está claro que contamina por la combustión de diésel o gasolina que necesita. Pero esta sencilla tarea que realizan los conductores contamina igual que estar durante 4 horas viendo TikTok.
Cifras que nos hacen reflexionar sobre cuánto tiempo pasamos enganchados a una pantalla. Porque existe una gran adicción a Internet, sobre todo en menores. Así lo refleja la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) en su último informe en el que estudia los tratamientos de los datos personales de los usuarios en numerosas plataformas, aplicaciones y servicios que incluyen patrones adictivos para aumentar el tiempo de conexión de los usuarios.
Un 70 % de la población sufre de nomofobia, miedo a estar sin el teléfono móvil. De media, los españoles pasan 9 horas frente a las pantallas. Según el estudio, muchas aplicaciones implementan patrones de diseño engañosos y adictivos que prolongan el tiempo que se pasa en sus servicios. Incrementando además el nivel de compromiso y la cantidad de datos personales que se recogen.
Esto tiene un impacto adverso, influyendo gravemente en la infancia y adolescencia. Afectando a las preferencias e intereses de los menores. Condicionando la autonomía y derecho al desarrollo de los menores.
La directora de la AEPD va a promover que el CEPD incluya los patrones adictivos en las directrices que se están preparando sobre la interrelación entre el Reglamento General de Protección de Datos y la Digital Services Act (DSA). Todo por el impacto que estas prácticas poseen sobre el derecho a la protección de datos en los entornos digitales.
Así mismo, el informe hace una clasificación de patrones adictivos en tres niveles: alto, medio y bajo. Identificándose cuatro: acción forzada, ingeniería social, interferencia en la interfaz y persistencia. Los patrones de nivel medio describen enfoques más específicos que explotan las debilidades psicológicas de los usuarios. En cambio, los bajos corresponden a la ejecución de diferentes enfoques, a menudo, específicos del contexto y la aplicación.
La Comisión Europea tiene abiertos dos procedimientos sancionadores contra TikTok y Meta en relación con los patrones adictivos por posible incumplimiento de la citada DSA. A ello, hay que sumar la suspensión de TikTok Lite después de que la Comisión anunciase su intención de imponer medidas provisionales suspendiendo la función con la que se pretendía recompensar económicamente el tiempo adicional que se pasaba frente a la pantalla.
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