Juegos Olímpicos Barcelona
22:40 horas. 25 de julio de 1992. Barcelona. Ya hace 30 años y es una fecha difícil de borrar de la memoria de los españoles. Es el instante en el que el arquero Antonio Rebollo enciende el pebetero olímpico de Barcelona, inaugurando unos Juegos Olímpicos que han quedado marcados como los mejores Juegos Olímpicos de la historia y que suponen un antes y un después en la trayectoria de la ciudad condal.
El gran legado y la clave del éxito de estos Juegos Olímpicos se debe, en gran medida, a la unidad institucional que hubo y a la exitosa colaboración público privada. Es el propio consejero delegado del Comité Organizador de la cita olímpica (COOB'92), Josep Miquel Abad, quien reconoce que la clave del éxito cosechado en Barcelona'92 fue que "todo el mundo hizo lo que tenía que hacer".
Un gran legado
Gracias a que fueron unos Juegos Olímpicos al servicio de la ciudad se consiguió que el legado del evento no fueran solo las 22 medallas que alcanzó la delegación deportiva española, sino una gran cantidad de infraestructuras nuevas que marcaron un punto de inflexión para la ciudad, Barcelona se abrió al mar y se situó en el mapa turístico mundial.
Aparte de este importante legado material, hay que tener en cuenta que los Juegos Olímpicos regalaron a Barcelona un gran nivel de autoestima y confianza como ciudad organizadora de eventos globales que todavía pervive en logros como la capitalidad mundial de la telefonía móvil con el 'Mobile World Congress' o la nominación como sede de la Copa América de 2024, un hecho reciente.
Los juegos de Cobi y 'Amigos para Siempre'
Barcelona'92 no solo fue todos estos logros, fue los Juegos de Cobi, la mascota de Javier Mariscal, fue las medallas olímpicas diseñadas por el escultor Xavier Corberó, la antorcha ideada por André Ricard, el espectáculo de la Fura dels Baus y su Mediterráneo olímpico y el "Amigos para siempre" de Los Manolos en la despedida que, aún 30 años después, continúa siendo la banda sonora de una quincena de 1992 de ensueño.