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Doñana

25 años del vertido tóxico que amenazó la existencia del Parque Nacional y Natural de Doñana

El accidente fue calificado como "catástrofe internacional de primer grado" siendo la mayor catástrofe sufrida en España, incluso mayor que la provocada por el hundimiento del Prestige en 2003.

La madrugada del 25 de abril de 1998 se produce una brecha, con un frente de 50 metros de longitud por 30 de altura, en el dique de la balsa de residuos piríticos de las minas de cobre, plomo y zinc en Aznalcóllar (Sevilla) provocando el vertido incontrolado de 6 millones de metros cúbicos de lodos tóxicos y de aguas ácidas hacia el Parque Nacional y Natural de Doñana y su entorno. El vertido contenía arsénico, cadmio, mercurio y otros metales pesados. El depósito pertenecía a la empresa multinacional sueco-canadiense Boliden Apirsa encargada de la explotación minera.

El vertido tóxico inundó alrededor de 63 kilómetros del cauce y de tierras ribereñas, con una anchura de hasta 500 metros, de los ríos Guadiamar y Agrio, quedando detenido en Entremuros, en el límite del Parque Nacional de Doñana.

Primeras medidas de emergencia

La construcción de tres presas de tierra o muros de contención fue una de las primeras medidas de emergencia adoptadas ante el desastre ecológico. Su rápida construcción frenó tres días más tarde la riada impidiendo que alcanzara el corazón de Doñana evitando que la catástrofe medioambiental fuera todavía mayor. Los lodos no llegaron a alcanzar el Parque Nacional del Coto de Doñana, quedando retenidos en sus estribaciones, pero las aguas sí invadieron la región externa del Parque Nacional y desembocaron en el Guadalquivir, en el área del Coto de Doñana, alcanzando finalmente el Océano Atlántico, en Sanlúcar de Barrameda.

La riada arrasó a su paso con 4.634 hectáreas afectando a la fauna, flora, cultivos y acuíferos, llegando a recogerse más 30 toneladas de animales muertos, en su mayoría carpas, albures, barbos, anguilas, anfibios, cigüeñas, ánades reales, fochas y conejos. Los acuíferos se vieron altamente contaminados y se detectaron altas concentraciones de metales pesados en aves acuáticas. La extrema acidez que adquirieron las aguas al llevar disueltos enormes cantidades de numerosos metales pesados dañó gravemente las riberas y la superficie del suelo que quedó recubierto por un espesor de lodo que llegó a alcanzar hasta los 8 cm en algunas zonas.

Trabajos de limpieza y recuperación de los suelos contaminados

La ausencia de lluvias favoreció los trabajos desde el primer momento. Cientos de voluntarios, personal minero de la mina de Aznalcóllar y trabajadores de las administraciones públicas retiraron lodos, rescataron huevos y pollos de los nidos y limpiaron cientos de aves atrapadas en los lodos tóxicos.

El dique construido con tierra permitió embalsarlos y perimetrar el área afectada de la que fueron retirados de manera manual y con maquinaria pesada, llegando a retirar en algunas zonas hasta 20 centímetros de grosor con la consiguiente pérdida de materia orgánica y nutrientes tras la retirada de la capa arable. Para la recuperación de los suelos contaminados se utilizaron cal y espuma de azucarera para corregir la acidez y estabilizar los metales pesados, hidróxidos de hierro para la estabilización del arsénico, y materia orgánica de diversa naturaleza para mejorar la fertilidad del suelo. Además, las brásicas y otros tipos de plantas y árboles plantados tras la catástrofe fijaron las partículas tóxicas en sus raíces para que no pasaran a la cadena trófica.

En el año 2001 se dio por finalizada la limpieza de la cuenca del río Guadiamar y comenzó la recuperación de las poblaciones de animales del entorno. La inversión de cientos de millones de euros por parte de las administraciones central y autonómica en la descontaminación de estos cauces y su posterior regeneración como pasillo ecológico, permitió la creación del denominado Corredor Verde del Guadiamar.

Otros datos y repercusiones económicas

Para las labores de limpieza de suelos se usaron un total de 491 camiones, 154 unidades de maquinaria pesada, 868 operarios y 208 días trabajados. La urgencia de las obras lo demuestra el hecho de que, desgraciadamente, se registraran accidentes mortales. En total fueron retirados unos siete millones de metros cúbicos de lodos y tierras contaminadas, siendo depositados en la antigua corta de la mina de Aznalcóllar. Las aguas contaminadas, que quedaron embalsadas por los diques, fueron desembalsadas una vez que se depuraron.

El vertido provocó la desestabilización del desarrollo de la economía agrícola y pesquera de la vega del Guadiamar y del estuario del Guadalquivir, viéndose afectados 10 municipios y sus más de 46.000 habitantes. En total, la contaminación afectó a 3.000 hectáreas de cultivos agrícolas. Además, provocó que la multinacional Boliden Apirsa cerrara definitivamente la mina de Aznalcóllar, lo que provocó la pérdida de más de 5.000 puestos de trabajo directos e indirectos. En la actualidad, y tras varios proyectos fracasados, se está a la espera de su reapertura.

A nivel judicial, tras 25 años y un largo periplo judicial que cerró la vía penal, se ha establecido el próximo 4 julio de 2023 como fecha para el inicio del juicio por la reclamación de 90 millones por parte de las administraciones públicas contra la empresa Boliden por la limpieza del vertido de 1998.

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