EN BUENAS MANOS

Valor de los fármacos oncológicos

Vamos a empezar las cosas por el final. Lo hacemos con las palabras que dijo el Director Médico de Lilly, José Sacristán, en la Cátedra Lilly-Universidad de Alcalá de Henares en la que se presentaron los resultados del Estudio ONCOVALOR, el valor de los fármacos oncológicos.

Sacristán decía que “hay dos criterios fundamentales, decidir cuál es el grado de la innovación terapéutica de un fármaco y cuanto se está dispuesto a pagar por ella”. Cierto, pero a mí me ha llamado mucho la atención que entre el debate legítimo entre la industria farmacéutica y la Administración pública que debe preservar el cuidado de los ciudadanos con los mejores tratamientos hay una brecha impresionante de conocimientos a manejar que solo pueden hacerlo los expertos.

Señoras y señores a ver si nos enteramos de una vez que se ha acabado aquel proceso por el que se licencia un medicamento como consecuencia de una pormenorizada lista de bondades avaladas por científicos internacionales y que cuentan a la hora de presentarlos a la Agencia para su registro con el apoyo de influencias de todo tipo y condición para conseguir el objetivo.

Si yo dijera que no importa el precio de un fármaco estaríamos cortando el flujo de retorno para que la entidad que investiga en cuestión rompa su cadena y propicie la continuidad de las innovaciones. Así pues tomo buena nota de lo que dijo la Directora de la AEMPS, Belén Crespo, “me alegro como Agencia de estar en estas cosas. En primer lugar porque la Agencia siempre apoya los medicamentos que suponen una innovación.

Como decía el Prof. Zaragoza, hay algunos que no es tan clara la innovación que realmente están aportando a la terapéutica. Y por eso tenemos que tener herramientas suficientes como para reconocer que aquellos que la tienen, tienen que ocupar una posición importante en la terapéutica de nuestros pacientes. Y tienen que tener los pacientes acceso a estos medicamentos”.

Pero como se trataba de poner en valor la innovación en cáncer más interesante resulta aún la siguiente matización de la Directora de la Agencia, “creo que si nosotros en las investigaciones aproximadamente en este año aprobábamos como ensayos clínicos alrededor de un 35% de medicamentos en fase de investigación, que eran medicamentos destinados a la Oncología, tenemos que aproximadamente el 10% de los medicamentos que hemos aprobado el año pasado son medicamentos que están destinados a tratamientos oncológicos. Y ya saben ustedes que estamos haciendo los informes de Posicionamiento Terapéutico. Que aproximadamente el 35% de los informes de Posicionamiento Terapéutico  que estamos en estos momento tratando en la Agencia son medicamentos oncológicos. Todo esto nos sitúa en la importancia del conocimiento de estos medicamentos”.

Ya ven ustedes que lo que hace falta es que tengamos a buen recaudo a la AEMPS para que tenga la dotación suficiente de recursos humanos bien dotados en el conocimiento científico de cada una de las disciplinas o tratamientos innovadores que caen sobre sus mesas. Ésa es una cuestión esencial para poder saber a qué le da la Administración vía libre y cuándo una supuesta terapéutica innovadora deja algo que desear. 
Porque tiene razón el Presidente de Lilly, Javier Ellena, cuando dice que “no hay que hablar aisladamente de lo que supone como innovación el medicamento sino del reto que es para la sostenibilidad del SNS” y que matizó con una sentencia también esclarecedora, “la ausencia de reconocimiento a la innovación es una barrera para traer inversiones estratégicas a nuestro país”. Seguro.

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