Salud

Día Mundial del Ictus

Síntomas del ictus, ¿cómo detectar un derrame cerebral o un ictus isquémico?

Según la Federación Española de Ictus al año se detectan unos 120.000 nuevos casos de accidente cerebrovascular.

El ictus, o también denominado accidente cerebrovascular, es actualmente la segunda causa de mortalidad en España, la primera en las mujeres, y amenaza con incrementarse un 35% en 2035, según datos de la Conferencia de la Organización Europea de Accidentes Cerebrovasculares de 2021.

De hecho en España, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), unas 110.000 personas sufren un ictus cada año, de los cuales al menos un 15% mueren, mientras que un 30% de los pacientes que sobreviven al accidente cerebrovascular sufren parálisis, problemas de equilibrio, trastornos del habla y déficits cognitivos y requieren tratamiento de por vida.

Además a principios de 2022, la 11ª Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud (CIE-11) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), incluyó el ictus dentro de las enfermedades del sistema nervioso y no dentro de las enfermedades del aparato circulatorio, como aparecía reflejado en anteriores versiones.

Una amenaza para el futuro

La media, según la Federación Española de Ictus (FEI), arroja un dato preocupante: cada seis minutos se produce un accidente cerebrovascular de este tipo en España.

Esta enfermedad es más frecuente a partir de los 55 años y su riesgo aumenta proporcionalmente con la edad. Así, se estima que más del 21% de la población mayor de 60 años de nuestro país, casi dos millones de personas, presenta un alto riesgo de sufrir un ictus en los próximos 10 años, tal y como señala la FEI.

No obstante, la OMS va más allá y alerta que "teniendo en cuenta que en el año 2050 la población mayor de 65 años representará el 46% del total, casi la mitad podría sufrir un accidente cerebrovascular".

Además de la edad existen otras causas de riesgo de un derrame cerebral como la hipertensión arterial, las arritmias cardiacas u otras enfermedades del corazón, la diabetes mellitus, la dislipemia, la obesidad, el sedentarismo, el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol, entre otros.

Síntomas y tratamiento

Este 29 de octubre se celebra el Día Mundial del Ictus cuyo objetivo es concienciar sobre la importancia de prevenir los accidentes cerebrovasculares. Por ello, la FEI recuerda que la identificación de los síntomas del ictus es crucial para que el enfermo evolucione favorablemente. "Se ha demostrado que los pacientes tratados desde el primer momento por neurólogos logran una recuperación casi total o con muy pocas secuelas", detallan.

Entre los síntomas del derrame cerebral se encuentran la pérdida de fuerza o sensibilidad, debilidad en la cara, brazo y pierna de un lado del cuerpo, visión doble, sensación de vértigo, alteración repentina del habla y dolor de cabeza súbito.

En este sentido hay que diferenciar entre la isquemia, que es el accidente cerebrovascular que ocurre cuando un coágulo sanguíneo bloquea o estrecha una arteria que conduce al cerebro, o ictus hemorrágico, que se produce por la rotura de un vaso sanguíneo en el cerebro, causando una hemorragia.

Los expertos afirman que la mayor parte de los casos de ictus se pueden evitar y por ello insisten en que las medidas de prevención son cruciales para evitar la enfermedad.

Actualmente existen tratamientos preventivos eficaces como las estatinas, que son fármacos que pueden reducir el colesterol. Asimismo, "se dispone de otras terapias eficaces como los anticoagulantes recomendados para el control de la fibrilación auricular en cualquier paciente de más de 75 años o con varios factores de riesgo, los antihipertensivos y los antiagregantes. En el momento del ictus, estudios como el SITS-MOST han demostrado que la trombólisis intravenosa es segura en el uso clínico, abriendo la esperanza para las personas que padece un ictus en España", añaden los expertos.

Lamentablemente entre el 40 y el 50% de los enfermosabandona el tratamiento tras dos o tres años de haber sufrido un infarto cerebral, "lo que favorece la aparición de un segundo evento, cuya repercusión será peor que la del primero".

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