Manicura
Según una nueva investigación, algunos de los efectos del tipo de luz de los secadores de esmalte en la piel pueden suponer la muerte celular e incluso provocar cáncer de piel.
Un nuevo estudio de la Universidad de California en San Diego (EE.UU), publicado en la revista científica 'Nature Communications', demuestra que la luz ultravioleta de las lámparas secadoras de uñas ponen en riesgo el ADN. En concreto, se ha demostrado que tan solo 20 minutos bajo la lámpara supone entre un 20 y un 30% de muerte celular. Esta exposición puede provocar incluso cáncer de piel.
La luz ultravioleta es un tipo de radiación electromagnética que llega a la superficie de la Tierra con valores de entre 280 newton metros (nm) y 400 nm. De los tres niveles de la radiación UV que existen –UVA, UVB y UVC–, las lámparas que se utilizan en los centros de manicura para secar el esmalte de las uñas funciona mediante luz ultravioleta A, una luz diferente a la que nuestra piel está habituada.
Para conocer el riesgo de estas lámparas, se ha realizado una comparación con las camas de bronceado. En dicha comparación, los datos muestran que los secadores de uñas utilizan un espectro de luz ultravioleta que va de 340 a 395 nm, mientras que en las camas bronceadoras es del mismo valor que la radiación electromagnética que llega a la superficie de la Tierra.
"Si se observa la forma en que se presentan estos dispositivos, se comercializan como seguros, sin nada de qué preocuparse. Pero hasta donde sabemos, nadie ha estudiado estos dispositivos y cómo afectan a las células humanas a nivel molecular y celular", ha advertido Ludmil Alexandrov, autor del estudio y profesor de bioingeniería y medicina celular y molecular en UC San Diego, según recoge InfoSalus.
¿Qué efectos provoca la exposición de nuestras manos a este tipo de secadores?
El estudio refleja algunos de los efectos que pueden provocar este tipo de secadores de uñas en nuestra piel, tanto a largo como a corto plazo.
Asimismo, aunque estas conclusiones han sacado aspectos nocivos de este tipo de secadores, los investigadores apuntan a que sería necesario otro estudio a largo plazo para sacar mayores conclusiones. "Es probable que dichos estudios tarden al menos una década en completarse y luego informar al público en general", concluyen.