según un estudio en 4.000 personas
No desayunar duplica el riesgo de sufrir un infarto. Es la conclusión a la que ha llegado un estudio médico, gracias a una ecografía que permite obtener imágenes en 3D. Una tecnología que, poco a poco, se va implantando en más hospitales.
4.000 personas han participado en el estudio 'Progression and Early Detection of Atherosclerosis' (PESA) realizado por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III (CNIC) y publicado en 'The Journal of American College of Cardiology', que detecta el riesgo de sufrir un infarto. Cada tres años se someten a análisis, cuestionarios y técnicas innovadoras. Algunos de los pacientes quieren saber, por ejemplo, si con más edad, tienen más riesgo de sufrir un bloqueo en sus arterias.
El resultado se obtiene gracias a una ecografía en 3 dimensiones que permite ver en qué nivel se encuentra el bloqueo circulatorio y cómo podría evolucionar en un futuro.
Así se ha conocido que una parte importante del riesgo deriva de los hábitos alimenticios: no desayunar duplica el riesgo de sufrir un infarto, aunque todavía no se sabe qué alimentos contribuyen a ello. Y aunque la importancia de esta comida es de sobra conocida, todavía hay muchos que se la saltan. Y es que desayunar bien no solo es importante, sino que tomar un desayuno pobre o saltarse este hábito puede considerarse un factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares como lo son el tabaco, el colesterol o el sedentarismo.
El estudio concretamente explica que desayunar unas cien calorías, es decir, menos del cinco por ciento de las 2.000 calorías diarias recomendadas para una dieta completa, duplica el riesgo de lesiones ateroscleróticas. La investigación, liderada por el director general del CNIC, Valentín Fuster, hizo un seguimiento a largo plazo de la salud de 4.000 personas de mediana edad que fueron controladas para determinar la prevalencia y progresión de las lesiones ateroscleróticas latentes (llamadas "subclínicas" porque no muestran síntomas).
Los investigadores estudiaron la asociación de dichas lesiones con factores moleculares y ambientales, como los hábitos alimentarios, la actividad física, los biorritmos, las características psicosociales y la exposición a contaminantes ambientales. Y es que a edades tempranas, las placas ateroscleróticas (acumulación de grasas en las paredes de las arterias dentro del proceso llamado aterosclerosis) ya empiezan a desarrollarse, aunque no haya síntomas (aterosclerosis subclínica).
El objetivo del estudio, que se ha realizado en colaboración con el Banco Santander, era caracterizar la asociación entre diferentes patrones de desayuno y los factores de riesgo cardiovasculares, y, en particular, si saltarse el desayuno normal se asocia con aterosclerosis subclínica. Para ello, se analizó la presencia de placas ateroscleróticas en diferentes regiones: arterias carótidas y femorales, aorta y coronarias, en una población sin antecedentes de enfermedad cardiovascular, explica el CNIC en una nota.
En este trabajo, el 20% de los participantes tomaba un desayuno con alto valor energético (20% de las calorías diarias), el 70% un desayuno de bajo valor energético (entre 5 y 20% de las calorías diarias), y el 3% desayunaba muy poco o nada (5% de las calorías diarias) y apenas invertía cinco minutos en desayunar: tan solo tomaban un café o zumo de naranja o incluso nada.
Además, apuntan los investigadores del CNIC, este último grupo se caracterizada por seguir una dieta menos saludable y mayor prevalencia de factores de riesgo cardiovascular. Con estudios de tecnología de ultrasonido (ecografía) vascular, los investigadores observaron que los que se saltaban el desayuno tenían 1,5 veces más placas ateroscleróticas y una afectación en varias regiones de hasta 2,5 veces mayor que los del grupo que tomaba un desayuno energético. Y todo ello, independientemente de la presencia de factores de riesgo y hábitos de vida poco saludables, explica la doctora Irina Uzhova, investigadora del CNIC y primera autora del trabajo. Saltarse el desayuno, concluye José Luis Peñalvo (coautor del estudio), es un comportamiento alimenticio global poco saludable, asociado a una mayor prevalencia de aterosclerosis generalizada.
Un descubrimiento que, sin duda, constata la importancia de tener hábitos saludables. El siguiente paso es concienciar y que las buenas costumbres se tomen cuanto antes.