Investigación
Según María Mayán, investigadora del Centro de Investigaciones Biomédicas (CINBIO), comprender los procesos biológicos que subyacen al envejecimiento no solo es importante, sino esencial para mejorar la calidad de vida en una población global que envejece a pasos agigantados.
"El envejecimiento tiene unas causas biológicas que estamos empezando a conocer, pero aún queda mucha investigación por delante. Estas causas pueden darnos señales de dianas concretas que están implicadas en el desarrollo de enfermedades asociadas a la edad", explica la investigadora María Mayán. Este enfoque permite no solo descifrar los misterios del paso del tiempo, sino también allanar el camino hacia terapias innovadoras que podrían cambiar el paradigma del cuidado médico.
Las enfermedades relacionadas con la edad representan una carga significativa para los sistemas de salud de todo el mundo. Estas patologías —entre las que se incluyen las cardiovasculares, articulares, óseas y musculares— no solo son responsables de gran parte del gasto sanitario, sino que también impactan de forma negativa en la calidad de vida de millones de personas.
"Estas enfermedades van apareciendo a medida que envejecemos, debido tanto a causas biológicas como a factores genéticos y de estilo de vida", señala Mayán. A medida que la esperanza de vida aumenta, también lo hace la incidencia de estas dolencias, lo que subraya la importancia de invertir en investigación que permita ralentizar su aparición y mitigar su impacto.
El objetivo de los estudios sobre envejecimiento no es únicamente prolongar la vida, sino garantizar que los años adicionales se vivan en las mejores condiciones posibles. "Conocer por qué se produce el envejecimiento nos puede llevar a identificar nuevas dianas terapéuticas y, en consecuencia, desarrollar fármacos que nos permitan no vivir más, pero sí vivir mejor", afirma María Mayán, investigadora de CINBIO -Centro de Investigaciones en Nanomateriales y Biomedicina- de la universidad de Vigo.
Estas terapias innovadoras podrían, por ejemplo, ralentizar el progreso de enfermedades como la artrosis o la osteoporosis, dolencias que suelen deteriorar significativamente la calidad de vida de los adultos mayores. Además, al mantener la funcionalidad física y cognitiva durante más tiempo, estas investigaciones no solo beneficiarían a los individuos, sino también a las familias, cuidadores y sistemas de salud que enfrentan el desafío de una población envejecida.
El envejecimiento, un proceso inevitable, se está convirtiendo en un campo fértil para descubrimientos científicos. Si bien no podemos detener el paso del tiempo, los avances en biología molecular, genética y farmacología prometen dar lugar a soluciones que retrasen sus efectos más debilitantes.
"Iniciativas como estas nos van a permitir retrasar el envejecimiento y mantener una mayor calidad en nuestros últimos años de vida", concluye el divulgador científico, David Ballesteros. Con cada paso hacia la comprensión de los procesos biológicos subyacentes, la ciencia se acerca más a redefinir cómo entendemos y enfrentamos los retos de envejecer.
En un mundo donde el porcentaje de personas mayores no deja de crecer, apostar por este tipo de investigaciones no solo es importante, es imprescindible para garantizar un futuro más saludable para todos.
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