Cáncer de mama
ReCO es un proyecto pionero del Hospital de Santiago que coordinan tres servicios distintos. Mujeres con edades entre los 28 y 70 años asisten al programa.
En septiembre de 2021, el Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS) decidió poner en marcha el programa asistencial ReCO. Gracias a él ya hay más de 170 pacientes que han conseguido mejorar su calidad de vida pese a sufrir un cáncer de mama. La quimioterapia que ataca a esta enfermedad produce cardiotoxicidad, que termina degenerando en otros problemas como arritmias o insuficiencia cardíaca. Para hacerle frente, tres servicios del CHUS se coordinan a la perfección para que estas mujeres hagan frente a la toxicidad con ejercicio.
En el 2018 era un proyecto de investigación: las mujeres con quimioterapia que sufrían cáncer de mama hacían ejercicio para reducir los efectos del tratamiento. "El programa tuvo buenos resultados y en septiembre de 2021 se decide implantarlo", apunta Bibiana Villamayor. Ella es la médica adjunta al servicio de rehabilitación del CHUS, una de las patas de este programa asistencial que ya ha mejorado la vida de 170 pacientes.
El problema es la cardiotoxicidad que producen los tratamientos de quimioterapia del cáncer de mama y que está relacionada con problemas de insuficiencia cardíaca, arritmias graves o hipertensión arterial. "Somos tres servicios que nos coordinamos perfectamente", algo que subraya varias veces la doctora y que es clave para que los resultados lleguen: "De oncología pasamos a cardiología, ahí la valoran y llega a nosotros".
Ellos crean "un programa de entrenamiento que dura tres meses. Dos días a la semana durante una hora se supervisa el ejercicio físico" que hacen estas mujeres: "Es muy satisfactorio, muy satisfactorio..., son ellas quienes comprueban los beneficios", dice con orgullo Bibiana. Para ella, además de la reducción de la cardiotoxicidad, la mayor tolerancia a la quimioterapia o adquirir el hábito del ejercicio, la clave está en "el aspecto social".
"Nos lo comentan, que vienen a recibir un tratamiento, pero con gente con el mismo diagnóstico, y eso las hace sentir muy arropadas", cuenta la médica. Durante el proceso, la doctora Villamayor ve como "se animan unas a otras", y desde las tres áreas implicadas sienten la satisfacción de que "en todas observamos mejoría en la calidad de vida".
Son grupos de seis pacientes, donde se implican todas. Aquí no importa la edad, que ronda la media de 46 años, y que comprende desde los 28 hasta los 70: "Comparten su situación con personas que pasan por lo mismo". Una vez finaliza el programa, seis meses más tarde se cita de nuevo a las pacientes para ver cómo va todo: "La gran mayoría consigue adherirse al ejercicio". Es uno de los triunfos de este proyecto, que, gracias a sudar la gota gorda, mejora la calidad de vida de cientos de mujeres que, tras luchar contra un cáncer de mama, ya son ganadoras.