TARJETA GENÓMICA
Además, el 30 por ciento de los que toman ansiolíticos están ingiriendo dosis o fármacos también inadecuados. También el 30 por ciento de los pacientes hipertensos no están medicados y el 61 % de los que sí lo están, toman una medicación inadecuada en base a su perfil; es decir, ese mismo medicamento no se comporta de la misma forma para dos personas que tienen la misma enfermedad ya que a una le funciona y a otra no. Y eso, según el especialista, es debido a las características de nuestra genómica, cuyo análisis permite saber al médico qué debe tomar su paciente y qué no, una información que es válida para toda la vida, no cambia con la edad, y figura en la denominada tarjeta farmacogenética digital, que ha detallado Cacabelos.
Esta tarjeta cuesta entre 300 y 600 euros y ya hay más de 4.000 familias que las tienen en su poder, según el presidente del grupo EuroEspes, en el que se investigan las enfermedades del sistema nervioso y el envejecimiento. La farmacogenómica estudia el efecto que los productos (proteínas, enzimas) codificados en determinados genes ejercen sobre el metabolismo de los medicamentos y el efecto que los fármacos despliegan sobre los genes asociados a una patología concreta o una ruta metabólica.
El test genómico es una prueba basada en el estudio del ADN a partir de una extracción de sangre, con la que se realizan cultivos celulares que logran analizar el envejecimiento celular. Con este test y el perfil del genoma, según el doctor, se pueden lograr fármacos personalizados a medida del paciente, con lo que se incrementa la eficacia y la precisión de los tratamientos y se abaratan los costes. La personalización de los tratamientos, a partir de ese análisis predictivo, permitiría ahorrar entre el 20 y el 30 por ciento del gasto farmacéutico en dos o tres años, según Cacabelos. Pero al igual que en los fármacos, el perfil genómico es determinante para un uso adecuado de la alimentación (nutrigenómica) y de los cosméticos (cosmetogenómica).
Actualmente se están desarrollando estudios para determinar la huella genética y molecular de la piel, un conocimiento que conseguiría una selección más personalizada de cosméticos y maquillaje en función del genoma individual. "Lo que se pongan en la piel se rige por los mismos principios de la farmacogenómica, es decir los de la metabolización adecuada, del transportador del mecanismo de acción de ese producto e incluso de los propios excipientes que consumimos", ha explicado.
Según Cacabelos, los que nos pongamos en la cara es "prácticamente lo mismo que si se lo metieran por la boca", de ahí se explica, por ejemplo, que en todos los fármacos que llevan corticoides se sensibiliza al usuario en el prospecto para que no abuse porque "lo que penetra en la piel va a la sangre y hace un daño similar a si se administrara por otra vía". De lo que se trata con todos estos avances en esta medicina es de lograr que la actual tasa de esperanza de vida, la mayor que se ha registrado hasta el momento, (los hombres de 82 años y las mujeres de 84) se aproxime a la tasa de longevidad de especie, es decir a la edad para la que los seres humanos están dotados para vivir, que oscila entre los 100 y 120 años.