Bolsas de orina
Personas con discapacidades orgánicas denuncian la falta de este producto sanitario imprescindible para su día a día.
"Sufro una lesión medular desde 1995, fecha en la que convivo a diario con una bolsa de orina", explica Paulo Fontán, directivo de la Confederación Gallega de Personas con Discapacidad. Así arranca su historia pero, en desde hace unos meses su vida se ha truncado, todavía más. Nunca ha sufrido el problema al que se enfrenta hoy: faltan bolsas de orina en todo el país.
"Yo empecé a notarlo en octubre. Iba a la farmacia y ya me decían que había ciertos problemas de abastecimiento", explica. Lo cierto es que un único fabricante copó el 70% del mercado español hasta que echó el cierre. "Los pequeños fabricantes no pueden hacer frente a la demanda y ahora nos encontramos con el problema", lamenta Paulo.
Él, como muchos otros, intentaron entonces hacer acopio de este producto sanitario pero no ha sido suficiente. "Hablamos con el Ministerio y nos dijeron que en abril se iba a normalizar el mercado y se solventaría este problema, pero no ha ocurrido". Es más, hablamos con dos farmacias de la capital gallega y en ambas la respuesta es la misma. "No tenemos por ahora, hay que esperar", lamenta.
No todas las personas con discapacidades orgánicas precisan del mismo tipo de bolsa. "Dependen del tamaño, la longitud de los cables y muchos otros factores", por eso no es de extrañar que muchos pacientes hayan tenido que adaptarse a nuevos modelos, truncando su comodidad, para poder hacerse con este producto sanitario imprescindible para más de 200.000 personas en España.
Paulo ha tomado una determinación, teniendo en cuenta la falta de suministro: reutilizar. "No es lo apropiado pero intento higienizar, lavándolas con lejía, y así me duran dos días", explica. Hace tres meses que no consigue la bolsa que se adapta a él y, aunque tenía dos paquetes en previsión acumulados, “a día de hoy queda medio paquete, esto son 15 días si no las lavo y las utilizo 48 horas para ahorrar".
No solo eso, lo que en farmacias puede costar, recetadas por el médico de cabecera, unos 2 ó 3 euros, en Internet el precio se dispara hasta los 30. Es más, hemos comprobado que en muchos portales también están agotadas.
Un problema que afecta a miles de personas y para el que urgen solución porque supone un riesgo para la salud de todos esos pacientes.
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