SEGÚN UNA EXPERTA EN LA ENFERMEDAD

Llevar una vida sana a partir de los 50 años protege contra el Alzheimer

"La resistencia a la insulina multiplica por 7 la probabilidad de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. También la hipertensión o el colesterol alto son factores de riesgo muy importantes", apunta la experta.

María Javier Ramírez, catedrática de Farmacología de la Universidad de Navarra e investigadora de Alzheimer desde hace 20 años, afirma que "los últimos estudios epidemiológicos señalan que la enfermedad podría comenzar a desarrollarse sin dar síntomas alrededor de los 50 años, y por tanto, una vida saludable a partir de esa etapa de la vida podría reducir el riesgo de padecerla".

Esta experta -organizadora del curso junto con el también investigador y profesor titular de Bioquímica Alberto Pérez Mediavilla- recuerda que ya existen estudios que confirman una relación estrecha entre las enfermedades cardiovasculares y metabólicas y un mayor riesgo de sufrir esta demencia. "La resistencia a la insulina multiplica por 7 la probabilidad de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. También sabemos que la hipertensión o el colesterol alto son factores de riesgo muy importantes", indicado.

No obstante, la investigadora anima a dar la vuelta a esa realidad: "Igual que aumentan los riesgos, estos factores son prevenibles, ya que tienen que ver con nuestros hábitos de vida. Por eso decimos que es clave llevar una vida sana, practicar deporte y una dieta adecuada especialmente alrededor de la cincuentena, cuando sabemos que la enfermedad se origina aunque no se diagnostique hasta los 70 u 80 años".

Otro de los aspectos que se abordarán en el curso es la diferencia entre el deterioro cognitivo leve y un deterioro propio del Alzheimer. "Hablamos de deterioro cognitivo leve cuando hay una queja subjetiva de que la memoria no funciona como antes y se confirma así en los test objetivos de memoria. Sin embargo, hay que señalar que esto no quiere decir que la persona que lo padezca vaya a desarrollar necesariamente esta enfermedad", advierte la catedrática de la Universidad de Navarra.

En este sentido, la experta recuerda que es importante distinguir aquellos despistes u olvidos que surjan con más o menos frecuencia -como no recordar un nombre- de los que afectan a nuestra vida diaria, como olvidar apagar el fuego o recoger a los nietos del colegio.

"Aquí resulta clave la atención de las personas de nuestro entorno y su percepción de esas pérdidas de memoria y si están influyendo o no en nuestra autonomía y en el modo en que nos desenvolvemos en la vida diaria. Si hay sospecha de que sucede algo así, se debe consultar con nuestro médico", subraya María Javier Ramírez.

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