Adolescentes
Hace dos décadas que, por primera vez, escuché a unos padres hablar de que se sentían maltratados por su hijo, un adolescente de 14 años. Era una conversación informal y lo dijeron así entre risas y miradas avergonzadas. Revisamos 6 pautas para evitar llegar a la dictadura del adolescente.
La violencia filio-parental se está convirtiendo en un problema en nuestra sociedad y en la consulta no son pocas las veces que los padres acuden para saber cómo y dónde poner límites a sus hijos.
Si preguntamos a los padres de qué forma se sienten maltratados por sus hijos, la casuística se repite: hijos que desobedecen, descalifican, amenazan, coaccionan y chantajean a sus padres, intimidándolos y dominándoles. Hijos para los que “el fin justifica los medios”, sin importar cuáles sean los medios, desde la presión psicológica constante hasta el insulto más brutal e incluso la agresión física.
"La base es que desde pequeños inculquemos a nuestros hijos hábitos sanos y límites apropiados"
Pero, si vemos nacer a nuestros hijos, los acompañamos en su desarrollo… ¿en qué momento se nos va la educación de las manos?
6 pautas a tener en cuenta en la educación de nuestros hijos:
Si la infancia es la etapa crítica en la que podemos dotar a nuestros hijos de los hábitos, actitudes y estilos de relación que marcarán su vida adolescente y adulta, podemos tener en cuenta estas 6 pautas para poner remedio antes de que nos demos cuenta de que se han convertido en personas realmente tiranas:
Saber decir no a los caprichos
Los niños deben aprender que no pueden conseguir todo lo que deseen y deben aprender que “no es no” cuando lo dice su padre o madre. Las explicaciones y razonamientos van en proporción directa a la edad, ya que se deben dar cuando el niño puede entender y razonar los motivos de sus padres. Si los padres ceden ante los caprichos o rabietas nos meteremos en una espiral de cesiones y exigencias muy difícil de controlar. Por supuesto que los padres deben ser comprensivos, pero hay que diferenciar y ser consciente cuando esa comprensión se está convirtiendo en una rutina de dominación.
Dar al niño su lugar
Hay padres para los que su hijo es el centro de atención, ya estén hablando en pareja o con otras personas, que en cuanto el niño habla, le prestan toda su atención, rompiendo la conversación o dejando lo que estaban haciendo. Hay que escucharlos, está claro, prestarles la atención que merecen, pero deben aprender a tener su lugar en un mundo en el que también hay más personas porque, en caso contrario, crecerán creyéndose el centro del universo y les costará entender que no todo gira alrededor suyo.
Hacerles responsables en la medida de sus posibilidades
Siempre pongo de ejemplo ese padre que había hecho un armario a la medida de su hijo de 6 años, con las baldas y cajones a su altura para que se responsabilizara de colgar su ropa. Aunque por detrás los padres sigan supervisando, no hagamos todo por ellos, dejémosles sus parcelas en función de la edad y vayámosles dando responsabilidades. Por pequeñas que parezcan, como llevar su ropa al cesto de lavado, recoger su plato tras la comida, tener su habitación ordenada, son grandes gestos que les harán también crecer a ellos en autonomía y seguridad.
H4:4. Educarlos en equilibrio
Nuestros hijos no son ‘miniyos’, ni nuestra proyección ideal. Son seres con su propia individualidad sobre los que tenemos la responsabilidad de convertirlos en adultos emocionalmente estables. No debemos exigirles que sean los primeros de la clase, ni reprocharles continuamente sus fallos. Hay que saber corregir, pero también premiar, en esto… el punto medio es la mejor estrategia.
Los castigos están para cumplirse
Si le decimos al niño que cuando deje sus juguetes sin recoger no verá ese día sus dibujos favoritos, hay que cumplirlo. Si los niños ven que pueden saltarse las normas porque nunca se cumplen los castigos lo tomarán como habitual y no respetarán a la autoridad hoy ni tampoco las obligaciones de mañana. Lo que intentamos es que nuestros hijos valoren el respeto, que también lo perderemos convirtiéndolo en miedo con castigos abusivos que, lógicamente, también forman adultos inestables.
Los padres no deben desautorizarse delante de sus hijos
Aunque los padres no estén muy de acuerdo con lo que el otro ha comentado o cómo ha actuado, dejemos la discusión para hacerla en la intimidad de la pareja. No desacreditemos a la otra fuente de autoridad o discutamos en presencia de los menores, ya que corremos el peligro de que nuestros inteligentes hijos aprovechen nuestra vulnerabilidad para salirse siempre con la suya. Esto tiene mucho peligro sobre todo entre padres separados o divorciados, cuando la única fuente de información es lo que nos cuentan los niños. Si algo no nos gusta, hablemos con nuestras exparejas y corroboremos la información o lleguemos a acuerdos en materia de educación, ambos debemos estar de acuerdo en cómo educar a nuestros hijos.
Desde las experiencias que he compartido habitualmente en consulta con las familias, la base es que desde pequeños inculquemos a nuestros hijos hábitos sanos y límites apropiados, ya que de una manera natural lo asimilarán y normalizarán convirtiéndose en adolescentes equilibrados y plenamente funcionales en la dinámica familiar y también social.
Alicia López Losantos, psicóloga y coach