Tratamiento contra el cáncer
El análisis se centró en 28.248 personas con cánceres en estado 1 donde se registraron su actividad física en el año previo al diagnóstico.
Una investigación reciente de la Universidad del Witwatersrand, en Sudáfrica, publicada en el 'British Journal of Sports Medicine', ha arrojado nuevas evidencias sobre los beneficios de la actividad física regular antes del diagnóstico de cáncer. Los resultados sugieren que mantener una rutina de ejercicio podría reducir tanto la progresión de la enfermedad como el riesgo de mortalidad.
El análisis se centró en 28.248 personas con cánceres en estadio 1, participantes del programa de salud Vitality, con registros completos de actividad física en el año previo a su diagnóstico. Los datos abarcaron el período comprendido entre 2007 y 2022.
Los niveles de actividad física se categorizan en tres grupos: sin registro de ejercicio (62% de los participantes), actividad baja equivalente a 60 minutos o menos semanales (13%) y actividad moderada-alta, que superaba los 60 minutos semanales de intensidad moderada (25%).
Tras considerar factores como la edad, el sexo, el nivel socioeconómico y la presencia de otras enfermedades, los investigadores identificaron una clara relación entre el ejercicio y menores tasas de progresión del cáncer y mortalidad.
Las probabilidades de progresión de la enfermedad eran un 16% menores entre los que habían realizado niveles bajos de actividad física, y un 27% menores en aquellos con actividad moderada-alta. Asimismo, la probabilidad de muerte por cualquier causa era de un 33% menor para quienes registraron niveles bajos de ejercicio y un 47% menor para los de actividad moderada-alta, en comparación con quienes no realizaron actividad física.
Los resultados también reflejaron ventajas significativas para quienes continuaron practicando ejercicio después del diagnóstico. A los dos años, la probabilidad de que la enfermedad no progresara era del 74% en el grupo sin actividad, frente al 78% y 80% para los niveles bajos y moderados-altos, respectivamente. Este patrón se mantuvo a los cinco años: 66%, 70% y 73% según el nivel de actividad.
Aunque el estudio es observacional y no puede establecer causalidad, los investigadores ofrecen teorías sobre cómo la actividad física refuerza la inmunidad. Además, señalan que el ejercicio podría regular niveles hormonales, como estrógeno y testosterona, reduciendo el riesgo en cánceres sensibles en hormonas, como el de mama y próstata.
A pesar de algunas limitaciones, como la falta de datos completos sobre tabaquismo o consumo de alcohol, los resultados destacan los beneficios sustanciales de la actividad física. "Se puede considerar que la actividad física confiere beneficios sustanciales en términos de progresión y mortalidad global a las personas diagnosticadas de cáncer", concluyen los investigadores.
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