Microplástico
Varios estudios han ido detectando la presencia de microplásticos en nuestros pulmones, hígado, sangre, corazón, testículos, pene e incluso en la placenta de los bebés.
Varios científicos han detectado microplásticos microscópicos alojados en el cerebro humano. Investigadores en Alemania y Brasil señalaron que a ocho de los 15 adultos que se les realizó una autopsia se les detectaron microplásticos dentro de los centros olfativos de su cerebro, en el bulbo olfativo.
Es probable que las partículas se inhalaran durante toda la vida, ya que los pequeños microplásticos flotantes son omnipresentes en el aire. A lo largo de los últimos años, varios estudios han ido detectando la presencia de microplásticos en nuestros pulmones, hígado, sangre, corazón, testículos, pene e incluso en la placenta de los bebés.
El estudio, publicado en 'JAMA Network', consistió en el análisis post mortem de muestras de tejido de dicho área del cerebro de estas 15 personas. El más abundante era el polipropileno, usado típicamente en el empaquetamiento de la comida y en botellas de agua. Este nuevo estudio sugiere que existe "una vía potencial para la translocación de microplásticos al cerebro" a través del bulbo olfativo, según un equipo dirigido por Luis Fernando Amato-Lourenco, de la Universidad Libre de Berlín, y Thais Mauad, profesor asociado de patología de la Universidad de Sao Paulo, en Brasil.
"Dado que los nanoplásticos mucho más pequeños entran en el cuerpo con mayor facilidad, el nivel total de partículas de plástico podría ser mucho más alto", señaló. "Lo preocupante es la capacidad de esas partículas para ser internalizadas por las células y alterar el funcionamiento de nuestros cuerpos", añadió.
La edad de los individuos en el momento de la muerte osciló entre los 33 y los 100 años. "Se identificaron un total de 16 partículas y fibras de polímeros sintéticos" en los bulbos olfativos cerebrales de ocho de las 15 personas fallecidas.
Los expertos señalan que la mucosa nasal que se encuentra fuera del cerebro puede interactuar con el líquido cefalorraquídeo para permitir la entrada de microplásticos en el bulbo olfativo a través de pequeñas "perforaciones" en las estructuras óseas que se encuentran en esta área. "Así que cuando se respira por la nariz, el nervio olfativo toma muestras directas de las partículas y reacciona a las partículas que se inhalan como un mecanismo sensorial directo", explicaron.
No está claro, según explican, pero el "potencial" está ahí. "Teniendo en cuenta los posibles efectos neurotóxicos causados por los microplásticos en el cerebro, y la contaminación ambiental generalizada con plásticos, nuestros resultados deberían aumentar la preocupación en el contexto de la creciente prevalencia de enfermedades neurodegenerativas" como el Parkinson.
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