Relaciones de pareja
Cuando nos enamoramos de alguien, normalmente lo aceptamos con sus circunstancias, siempre desconocidas para nosotros en un primer momento. Y a veces esas circunstancias son… sus hijos.
¿Pueden esos hijos ser un obstáculo para que la relación fluya y se convierta en una relación estable?, ¿Qué papel deben tener en la relación de pareja?
Antes de nada, debemos tener en cuenta estas variables:
No es lo mismo niños pequeños que hijos adultos, adolescentes o mayores.
No es lo mismo que solo un miembro de la pareja aporte hijos o que lo aporten los dos.
¿Cómo actuar con los hijos de tu pareja?
1. Con hijos pequeños. Generalmente, cuando coincide que solo un miembro de la pareja aporta niños y estos son pequeños, es cuando pueden surgir problemas. En esas circunstancias, hay que tener en cuenta determinadas advertencias para que la relación con nuestra pareja tenga futuro.
2. Los padres, insustituibles. Cuando uno se separa o enviuda con niños pequeños y decide rehacer su vida debe asumir que no está buscando un padre o una madre sustituta. Que los niños tienen sus propios padres y que lo que buscamos es rehacer nuestra vida con otro igual. Por eso, seamos conscientes de que debemos hacer el doble trabajo: seguir atendiendo a nuestros hijos (que son nuestra responsabilidad) y construir un espacio común con otra persona para formar una nueva familia.
De la misma manera, cuando alguien sin hijos se enamora de otra que sí los tiene, no debe auto considerarse ni el padre ni la madre sustituta, incluso cuando su pareja sea una persona viuda. Aunque las relaciones se lleven más fácilmente al no estar el excónyuge presente, no debemos identificarnos con el padre o madre ausente, pese a que podamos desempeñar su rol ayudando a nuestra pareja, sobre todo si los niños son pequeños.
3. Juntos, pero no revueltos en la crianza. En estos casos, si nuestra nueva pareja desea darnos su opinión sobre la educación y otras decisiones que afecten a nuestros hijos, podemos tenerla en cuenta y compartir cuestiones, pero nunca obligarla a que se involucre. Para eso está nuestra expareja con la que tenemos los hijos, que debe responsabilizarse junto a nosotros. Si ha fallecido, o no asume su función por determinadas circunstancias, la responsabilidad será exclusivamente nuestra.
4. Apoyo sí, autoridad no. Si convivimos con los niños de nuestra pareja podemos ser su punto de apoyo, ayudarles y darles cariño, pero siempre teniendo presente que la autoridad reside en sus padres. Podemos comentar con nuestra pareja cosas que nos parezcan que no están bien, pero desde el respeto, no desde la imposición. Si no nos gusta la educación que reciben porque nos afecta en la convivencia del hogar y nuestras palabras no son escuchadas por el otro, igual nos debemos plantear que no es la persona adecuada para formar un nuevo hogar.
5. Cuando no hay espacio ni tiempo para todos. Nuestros niños no deben ocupar todo el espacio en la nueva familia. Si es así, porque vemos que son muy pequeños o tienen alguna disfunción que hace que nos necesiten a todas horas, quizá haya que esperar a que sean más mayores o estemos más libres para conocer a otra persona, ya que ésta va a requerir nuestra atención y su propio espacio en nuestra vida.
6. Mi hijo no acepta a mi pareja o viceversa. Igualmente, puede que nuestros hijos no vean bien a la nueva persona que está con sus padres, por lo que, hasta que no estemos seguros de que la relación es estable, no debemos meterlos. Una vez presentados, comprendamos que los niños necesitarán su tiempo de aceptación y tengamos paciencia.
Ahora bien, si la nueva pareja tampoco acepta a nuestros niños o nos pone en disyuntivas de “o ellos o yo” en determinados momentos o se le ve continuamente incómoda y poco empática, hay que reflexionar y pensar que los niños solo nos tienen a nosotros. Si esa persona plantea elegir entre tus hijos o ella, o no se adapta, lo más probable es que no merezca estar en tu vida.
7. Respetar sus planes. También debemos respetar el tiempo que nuestra pareja dedica a sus hijos. Si los tiene fines de semana alternos es bueno que estén solos y hagan cosas en común, ya que los vínculos afectivos de los padres separados con sus hijos deben reforzarse en esos momentos. Así los niños sentirán que la atención está exclusivamente centrada en ellos. Ya habrá tiempo de conocerlos y compartir tiempo juntos cuando la relación esté bien asentada y la vean con naturalidad.
8. Sí, debe hablar con su ex. Por otro lado, tenemos que comprender que nuestra pareja debe dedicar también tiempo a hablar con su ex o a imprevistos que surgen de estar con sus hijos. Debemos respetarlo y asumirlo para no tensionar la relación. Pensemos que, si hacemos la vida fácil a nuestra pareja, ésta nos lo recompensará con admiración y amor.
Y, por supuesto, no hay que acaparar la atención de la pareja para nosotros, debemos tener en cuenta que nos enamoramos de una persona que tiene responsabilidades con otras personas y que, si es un buen padre o madre, seguro que va a ser un excelente compañero de vida.
9. ¿Y si ambos aportamos hijos? Puede parecer que aquí la cosa se complica, pero la experiencia tratando con todo tipo de parejas me ha enseñado que suelen formarse familias estables y respetuosas entre sus miembros. La pareja facilita el tiempo dedicado a los ex por el bien de los hijos y, en los problemas y complejidades de la crianza, se ayudan e incluso es un factor de unión entre ellos, compartiendo y viviendo las mismas experiencias. Respecto a los hijos, suelen entenderse o, por lo menos, respetarse en virtud de la relación que han decidido establecer sus progenitores.
10. El factor extra. Enamorarte de alguien con hijos conlleva un extra de paciencia, comprensión y generosidad. Hay que construir un nuevo estilo de familia, rompiendo incluso con ideas preconcebidas, para que cada miembro tenga su lugar y, una vez asumamos eso,…la felicidad está asegurada.
Alicia López Losantos, psicóloga y coach.