Fármacos
Un 19,6% de los adolescentes de entre 14 y 18 años afirma haber tomado hipnosedantes, según los datos presentados por Sanidad.
Los hipnosedantes son un grupo perteneciente a los psicofármacos depresores del sistema nervioso central. El lorazepam (orfidial) o el bromazepam (lexatin) tienen efectos ansiolíticos. Otros, tienen efectos hipnóticos, como es el caso del lormetazepam, y otros, son sedantes, relajantes musculares o anticonvulsivantes, como el diazepam (valium).Actualmente, el consumo de todos estos tipos de fármacos se ha disparado entre los más jóvenes.
Así se ha recogido en ESTUDES, la encuesta elaborada por el Ministerio de Sanidad dos veces al año para valorar las tendencias y la situación del consumo de drogas y otro tipo de adicciones entre los jóvenes de entre 14 y 18 años. Tras comprobar los resultados, se conoce que el 2023 fue un buen año para sustancias como el alcohol, el tabaco y varios tipos de droga, con un consumo más bajo; pero sin embargo, el uso de hipnosedantes ha aumentado presentando su dato más alto: 19,6% de los jóvenes los han usado alguna vez. Esto, equivaldría a más de medio millón de jóvenes.
La causa del uso de este tipo de fármacos entre los jóvenes podría ser su deterioro de la salud mental. Según un informe presentado por Unicef, el Covid-19 ha sido el mayor responsable del desgaste de la salud metal en jóvenes y niños. Uno de cada siete presenta algún problema de salud mental. En España, uno de cada cinco. Pero la trayectoria del ESTUDES pone de manifiesto que el aumento de consumo de hipnosedantes no sería únicamente a causa del Covid-19. En el año 1994, un 6,9% de los jóvenes ya lo había usado alguna vez en su vida. En 2008, el 17,3%. Y aunque la mayoría de menores que lo han consumido lo han hecho con receta, hay un 9,7% que admite haberlo conseguido por otros medios.
Luz de Myotanh Vázquez, médica de familia y coordinadora del Grupo de trabajo de Salud Mental de Semfyc, explica en un comunicado que "muchos psicofármacos tienen efectos secundarios y posiblemente sean peor llevados por los adolescentes que por una persona adulta". Además, añade que "el aumento de la prescripción va coligada al incremento de la patología mental, pero también a la medicación de problemas mundanos que antes se resolvían en la comunidad y en el ámbito familiar". Por eso, recalca la necesidad de "enseñar y educar" a los adolescentes para que "el manejo del estrés y las emociones no les sea complicado".