Chips sexuales
La menopausia no es una enfermedad, si bien es cierto que hay un porcentaje de mujeres que la sufren debido a los síntomas que les afectan a su calidad de vida. En este contexto surge el debate de los chips sexuales, unos pellets que prometen rejuvenecer.
¿Cuántos de nosotros tendremos complejo de Peter Pan? Cremas que nos rejuvenecen, tratamientos que frenan el paso del tiempo, o al menos eso prometen, complementos alimenticios con los que recuperar la vitalidad... todos estos mensajes forman parte de nuestro día a día sin darnos cuenta de que el tiempo pasa y sus efectos en mayor o menor medida siempre se hacen visibles.
Alguien escribió una vez que "la juventud es un regalo de la naturaleza, pero la edad es su obra de arte". ¿Por qué cuesta tanto aceptar el paso de los años? En esta ocasión hablamos de uno de esos tratamientos que, escondidos bajo el marketing del 'anti age', intenta frenar los efectos no deseados de la menopausia, una etapa de la que también cuesta hablar sin tapujos.
Se trata de los chips sexuales. Tienen el tamaño de un grano de arroz y se colocan debajo de la piel, normalmente en el glúteo, sobre el tejido adiposo. Desde que se asienta comienza a liberar hormonas y la publicidad garantiza mejoras en el apetito sexual, la vitalidad y en definitiva rejuvenecer a quien los lleva, pero ¿es realmente una fórmula magistral contra el paso de los años o es otra promesa en papel mojado?
Los pellets hormonales o chips sexuales no son algo nuevo, llevan usándose décadas, pero como todo en función de las modas con diferentes grados de entusiasmo. En los últimos años han ido ganando adeptos para contrarrestar los efectos de la menopausia y la andropausia. Sin embargo, también hay voces que se alzan para advertir de que la fórmula de la eterna juventud todavía no ha sido resuelta.
Desde la Newsletter de Antena 3 Noticias hemos querido dar voz a los diferentes puntos de vista y hemos hablado con el doctor Ventura Serrano de la Asociación Española de Ginecología y Obstetricia, AEGO, con Jesús Presa, vocal de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia, AEEM, y con Raquel Campos, presidenta de la Sociedad Española de Ginecología Estética y Funcional. Entre ellos mantienen discursos contrarios, pero con muchos puntos en común.
La doctora Campos y el doctor Presa coinciden en que el nombre chips sexuales no es demasiado correcto. "Está mal llamado porque realmente es un implante subcutáneo", explica Presa para matizar la doctora Campos que "es tan solo una vía de administración de un medicamento. Igual que hay otras formas de administración también subcutáneas, como el implante anticonceptivo, solo que ahí una varilla es la que va liberando la hormona, vendría a ser lo mismo, pero el pellet es directamente la hormona, de manera que cuando lo implantas se va deshaciendo como una pastilla efervescente en el agua, pero en la grasa, en los vasos sanguíneos y allí va directamente la hormona".
También están de acuerdo en que se mezcla el fin con los medios. Desde la Sociedad del Estudio de la Menopausia "tenemos claro que la finalidad de los tratamientos hormonales, que han tenido mucha controversia en los años, no es rejuvenecer o recuperar un apetito sexual en sí mismo. Es para tratar los síntomas que afectan a la calidad de vida", algo que comparte Campos: "Sí, estoy de acuerdo con que probablemente la difusión más popular que existe del chip hormonal es la del chip antienvejecimiento. Yo creo que, primero eso le está quitando realmente el valor que tienen este tratamiento hormonal, porque antienvejecimiento existen muchísimas cosas. Ahora está en 'trending topic' hablar de anti- envejecimientos ¿Es un tema marketiniano? Probablemente, sí, porque tenemos una tendencia a vivir más y lo que queremos es vivir más saludablemente. ¿Qué las hormonas tienen un efecto antienvejecimiento colateral? Evidentemente, ¿Qué es esa su función? No" sentencia.
Desde la AEEM han manifestado su rechazo a este tratamiento porque "no tienen una base regulatoria como han tenido otros fármacos" y es que estos pellets no están sujetos a la Agencia Europea del Medicamento ni a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios. Sin embargo, Raquel Campos explica que "siguen otro tipo de legislación que es la ley 175/2001, es decir, llevan otro tipo de regulación. Es diferente, no está regulado por los mismos estamentos, pero sí que tienen una regulación de la correcta formulación" defiende.
La pretensión de estos chips es hacer que la mujer en edad de la menopausia presente los mismos niveles hormonales que en la juventud. Para entenderlo el doctor Ventura Serrano considera necesario aclarar que "la mujer tiene tres etapas: la primera que va desde que nace hasta que tiene la primera menstruación y se llama premenarquia; la segunda desde que tiene la primera menstruación hasta que tiene la última menstruación y se llama la edad reproductiva; y la tercera que comprende desde que tiene la última menstruación hasta los 120 años que se muere, que se llama la edad postmenopáusica". Si exceptuamos el primer año de vida hasta que tiene la primera regla, la mujer presenta unos niveles hormonales de estradiol por debajo de 30 picogramos, después los niveles de estrógeno pasan a estar entre 60 y 240. Después viene la menopausia, y se sitúan por debajo de 30 picogramos, explica el ginecólogo para terminar diciendo: "Estos implantes o chips lo que pretenden es que la mujer tenga los mismos niveles hormonales en la menopausia que tiene en la edad reproductiva".
Los defensores de los mismos inciden en que son pellets naturales que, según Ventura, lo que quiere decir es que "han sido obtenidas de plantas o animales" y Presa advierte que por ello "no quedan exentos de posibles efectos secundarios".
Desde la AEEM subrayan que los preparados hormonales que se usan regulados "tienen unos estudios, una serie de ensayos clínicos, una seguridad, un seguimiento con esa dosis exacta" que no se puede tener a través de estos chips sexuales. Preguntada por ello, la doctora Campos reconoce que "la liberación sí que es variable, pero estamos moviéndonos en unos rangos muy estrechos. ¿No se pueden determinar? No, igual que tampoco tiene sentido determinar los niveles hormonales cuando hacemos una terapia, llamémosles clásica. ¿Es más difícil poder hacer el seguimiento? Sí, y si existe algún tipo de efecto no deseado tenemos los recursos para poderlos trabajar", asegura.
Pese al rechazo desde la AEEM reconocen que este tratamiento hormonal puede tener efectos positivos "pero no sabemos si el beneficio es mayor que el riesgo". Además, critican que no sean los propios ginecólogos los que en muchas ocasiones los colocan, sino médicos de cirugía plástica o estética. Una objeción que no comparte Campos que responde: "Lo ponen médicos, esto para empezar, es decir, están acreditados y teóricamente han hecho una formación en hormonas. Es decir, un endocrino está tan formado, o más, que un ginecólogo en hormonas, porque de hecho los endocrinos básicamente su especialidad es trabajar las hormonas. No lo pone el primero, o no debería ponerlo, esto sí, que debería estar controlado".
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