Día contra el suicidio
Desde que el Ministerio de Sanidad estableció un número de teléfono contra el suicidio, un tercio de las 46.000 llamadas recibidas han sido por menores de 30 años.
El suicido es la primera causa de muerte externa, es decir, de forma no natural que se registra en nuestro país. Una muerte que podría evitarse si hubiera más prevención, educación emocional y recursos destinados a la salud mental. Unas medidas que sostienen todos los expertos en la materia, entre ellos Junibel Lancho, directora de un hospital de día de salud mental y del área de Prevención de la asociación La Barandilla.
Los últimos datos que se conocen son los de 2020, el primer año de la pandemia, en el que 3.941 personas se quitaron la vida. Estas cifras habitualmente suelen ser mayores, sin embargo, muchos de los casos de suicidio son registrados como otro tipo de muerte, ya que tan solo los ahorcamientos son los que alejan las dudas de que la muerte haya sido buscada.
Conchi Fernández tiene 65 años y ha intentado quitarse la vida cinco veces. La primera cuando tenía 25 años. Gracias a sus amigos y a los profesionales que le ayudaron, Conchi asegura que salió adelante, y ahora da visibilidad a la existencia de la conducta suicida desde la asociación La Barandilla. "Que se pongan una venda, que se laven la cabeza o lo que sea, pero que no se vayan a dormir con esa idea (la del suicidio)", pide en la entrevista ofrecida a EFE con motivo del Día Mundial de la Prevención del Suicidio.
"Yo pensaba, ¿y yo qué pinto aquí en esta vida? Voy a acabar con todo esto, quiero dejar de sufrir... porque es que nada me salía bien. Estaba aislada de la sociedad, no podía ver a mi familia, a mi hijo.. Eso se te va acumulando y entras como en un muro que no te deja vivir", explica Conchi. Pero gracias a que se dejó ayudar se dio cuenta de que sí podía saltar ese muro que, por desgracia, no logran superar las casi 4.000 personas que se quitan la vida cada año en nuestro país.
Cómo captar las señales
Antes del suicidio, hay unos factores de riesgo o precipitantes que pueden hacer saltar las alarmas de que esa persona necesita ayuda. El primero de ellos es una depresión. "Si nosotros intervenimos ahí en esos primeros momentos, la persona lo más seguro no va a llegar a tener ideas suicidas", explica Lancho a EFE.
La familia, los amigos y el entorno laboral son cruciales para detener las conductas suicidas. Además, no deben subestimarse palabras como "todo me sale mal", "mejor hubieran estado mis padres si yo no hubiera nacido" o "la vida no sirve para nada", unas frases algo más comunes entre los niños y adolescentes. Unas verbalización que "sí que son señales de alerta" y que también pueden estar acompañadas de cambios en la conducta o en los hábitos que indican que una persona está pasando por un mal momento, explica la psicóloga.
Lo más importante es no juzgar, por lo que no ayuda que el entorno al que se le ha pedido ayuda responda que por qué está así si lo tiene todo, dice Lancho.
"A una persona hay que darle refuerzo positivo, decirle que de la depresión se sale", con ayuda de medicación, de técnicas psicológicas y de la familia y los amigos, añade.
La salud mental en los adolescentes
Desde que el Ministerio de Sanidad estableció un número de teléfono contra el suicidio, un tercio de las 46.000 llamadas recibidas han sido por menores de 30 años.
La psicóloga de la asociación La Barandilla, que ofrecía el servicio telefónico antes de que el Gobierno implantase el 024, hace hincapié en que hay que empezar con la prevención desde la infancia, en los colegios, para fomentar la educación emocional. "Nuestros adolescentes no saben cómo atajar la frustración, la tristeza, los enfados... Hemos recibido llamadas de chavales jóvenes que dicen que se quieren suicidar, porque no ven más soluciones en su vida ante situaciones como que les ha dejado su novia o su novio", relata.
La implantación del Teléfono contra el Suicidio fue un gran paso. Sin embargo, en España más de la mitad de personas con trastorno mental no reciben el tratamiento que necesitan y un porcentaje significativo no recibe el adecuado.
La proporción de psicólogos clínicos es de 6 por cada 100.000 habitantes actuales, frente a los 18 de media en la Unión Europea. Además, España se encuentra muy por detrás de países como Polonia, Finlandia y Bélgica a nivel de psiquiatras por habitantes, en el que nuestro país hay 9,6 por cada 100.000 habitantes, mientras que en el resto cuentan con 24, 23 y 20 respectivamente. Una deficiencia de atención que supone otro riesgo para quienes necesitan ayuda.
Tal y como cuenta Lancho, no se arregla "nada" si una persona con tendencia suicida pide ayuda y le dan cita para dentro de seis meses o si después les corresponde un psicólogo que les ve cada dos meses y medio durante veinte minutos.