Trastorno del espectro autista
Un ensayo clínico muestra la eficacia de la bacteria Lactobacillus reuteri en la mejora del funcionamiento prosocial de personas con trastorno del espectro autista.
Las terapias con probióticos abren camino a un escenario muy prometedor y así lo demuestra un estudio internacional que prueba la eficacia de una bacteria intestinal a la hora de reducir los signos del autismo.
"Los pacientes obtuvieron claros beneficios en el funcionamiento social"
El ensayo clínico, en el que han participado instituciones de Italia, Estados Unidos, Australia y Suecia, demuestra que una cepa específica de la bacteria Lactobacillus reuteri -un probiótico normalmente presente en la microbiota intestinal- podría reducir los síntomas psicosociales de los síndromes del espectro autista.
Según la investigación, la ingesta de una combinación concreta de esta bacteria mejoró el funcionamiento prosocial de los 43 niños de entre 4 y 8 años que participaron.
"El estudio que hemos llevado a cabo confirma que la ingestión de terapias integradoras con probióticos es un campo de investigación muy prometedor: los pacientes que hemos incluido, aunque no presentaron una mejora de los síntomas generales, obtuvieron claros beneficios en el funcionamiento social, en particular en las habilidades sociales adaptativas", explicó Luigi Mazzone, neuropsiquiatra infantil del Policlínico Tor Vergata de Roma, una de as instituciones participantes.
Por ello, "a la luz de los resultados de nuestro estudio, y en consonancia con lo que se encuentra en la literatura, creemos que sería útil realizar estudios más amplios para investigar los efectos específicos de las cepas individuales sobre la sintomatología autista", añadió el experto.
La investigación ha durado más de tres años y su resultados han sido publicados en la revista 'Cell Host & Microbe'. Según Elisabetta Volpe, directora del Laboratorio de Neuroinmunología Molecular de la Fundación Santa Lucía, los datos que el ensayo revela sientan las bases para "identificar los factores biológicos asociados con las disfunciones conductuales, útiles para una mejor comprensión del autismo".
En Italia, uno de los países que ha colaborado en el estudio, el trastorno del espectro autista tiene una incidencia de 1 de cada 77 niños de entre 7 y 9 años. Estos hallazgos podrían ser claves para comprender la relación entre el eje intestino-cerebro y los síntomas propios del autismo.